Oportunidad perdida

Cuando escribía esta columna a las 5:30 de la tarde de ayer, pensaba que hasta esa hora, el presidente de la República, Danilo Medina,…

Cuando escribía esta columna a las 5:30 de la tarde de ayer, pensaba que hasta esa hora, el presidente de la República, Danilo Medina, había perdido una interesante oportunidad de validar aquella frase de hacer lo que nunca se ha hecho. Digo esto a propósito del escándalo suscitado alrededor de su contralor general, Haivanjoe NG Cortiñas, tras denunciarse que al salir de la anterior gestión del presidente Leonel Fernández había obtenido una pensión superior a los 650 mil pesos mensuales a la que posteriormente renunció. Ese beneficio lo registraba en su condición de Superintendente de Bancos y miembro de la Junta Monetaria. El escándalo vino desde los litorales del Congreso Nacional y fueron sustentados por los propios parciales de su partido, el de la Liberación Dominicana. En principio NG Cortiñas trató de justificar estos emolumentos, pero después no resistió la embestida de la opinión pública, anunciando que renunciaba a ese derecho que le habían concedido. Hay mil razones para cuestionar esta pensión, desde el monto a cobrar,  hasta la edad de este funcionario, pero pesa mucho más el hecho de que no sólo la aprobó, sino que aceptó un posterior nombramiento que le concediera el presidente Medina encargándolo del importantísimo puesto de Contralor General.  ¡Vaya confianza de Medina en este hombre! Y no es que él no se mereciera la pensión, más si los reglamentos así lo permitían, lo fuerte es que haya cambiado de despacho, sin renunciar a este beneficio. Lo más extraño es que el presidente Medina no haya intervenido de inmediato en este caso. Algunos alegan que cuando estalló el escándalo, el Presidente estaba en Estados Unidos, exponiendo en la LXVII Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, donde le fue de maravillas, y la encargada del Gobierno era la vicepresidente Margarita Cedeño, pero Medina regresó al país el jueves y hasta ayer en la tarde no había salido nada de su despacho. Pero además, en estos tiempos modernos cualquier iniciativa se toma sin importar el lugar del mundo donde se esté. “ Hacer lo que nunca se hizo”, era cancelarlo de inmediato, porque aunque esto no fuera ningún delito, desde el punto de vista ético, es una barbaridad.

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