La reafirmación de Waldo Ariel Suero de privilegiar la confrontación a las vías dialogantes no cuadra con una declaración del padre Jesús Castro, rector de la Universidad Católica de Santo Domingo, y quien encabeza la mediación del diálogo entre el Gobierno y los médicos el pasado sábado, según la cual, después del 16 de agosto habrá reapertura del proceso de negociación entre las partes. Sería una nueva oportunidad para que prime la racionalidad. Con lo de ayer, ya son 13 las organizaciones del sector que pactaron con el gobierno, que acogió parte de sus reclamos y los comprometió a trabajar en la reforma del sistema de salud. Si los médicos aguzan los sentidos, comprenderán la oportunidad.

El Colegio Médico Dominicano (CMD) y la ministra de Salud Pública tuvieron un encuentro del que aparentemente no salió ningún resultado, pero hablaron e intercambiaron información y emociones. No sabemos en qué temperamento se produjo la reunión. Y resulta difícil adivinarlo. La ministra Altagracia Guzmán Marcelino generalmente está de buen humor y le saca frutos a la vida en medio de la aridez. Es pediatra. Waldo Ariel Suero proyecta la rigidez de un carácter agrio, pero quienes lo conocen dicen que por dentro tiene la dulzura que le permite sanar niños. También es pediatra. En el fondo, una profunda sensibilidad les atraviesa sus corazones. Ambos debían reunirse sin sus equipos y sin formalismos.

Ellos tienen una oportunidad que no deben desechar. El encuentro sin resultados visibles tiene que ser la base para prolongar el diálogo. Los médicos deben tener otro contacto con la ministra antes de proclamar el endurecimiento de una posición. La ministra debe hacer lo posible para que se produzca un nuevo contacto.

¿Quiénes pueden ayudar?

El país, los médicos y la ministra de Salud tienen una oportunidad de detener la agudización de un conflicto que al final tendrá que ser negociado. Es preferible evitar los sufrimientos…

Silvio Herasme Peña

Lamentamos profundamente la muerte de Silvio Herasme Peña, uno de los forjadores del periodismo crítico en la República cuando ejercer el derecho a la palabra constituía una aventura hacia la muerte.

Firme de carácter, defensor de la entereza profesional, jugó un papel invaluable en el proceso de la construcción democrática a partir de la década del 60, hasta nuestros días.

Su lucha por la verdad, la libertad, los derechos sociales y la justicia está escrita en todo lo que fue su presencia en el Listín Diario, El Nacional de Ahora y La Noticia, y en cada contribución en la discusión de los más importantes problemas del país.

Nuestro pesar a su familia. A su viuda Ángela Echavarría, a sus hijos Marcos, Juan José y Claudia Herasme Alfonso; a Sarah y Silvio Antonio Herasme Echavarría, y demás familiares.