Santiago.-En la unidad de hemodiálisis, los pacientes tienen que sortear el intenso calor con abanicos de cartón debido a que los aires acondicionados permanecen dañados.
Los pacientes renales no solo deben convivir con el problema de que los equipos médicos permanecen dañados, sino con el hedor que se desprende de la basura que en su entorno se produce.
La unidad funciona en un edificio de la parte frontal del hospital regional José María Cabral y Báez en condiciones precarias, con pacientes que provienen de comunidades apartadas de todo el Cibao.
En ocasiones logran atender hasta 140 personas, pero los problemas de deterioro de las máquinas, permite solo atender a una parte, según denuncia Julio Núñez, quien debe dializarse tres veces por semana.
“Esto es una verdadera tragedia lo que estamos pasando. Yo que tengo un largo tiempo viniendo aquí a dializarme muchas veces debo traer un cartón para echarme fresco”, apunta Núñez al hablar con reporteros de El Caribe.
En el caso de Pedro Caraballo, quien se traslada desde el municipio de Licey al Medio en Santiago hasta la unidad, se queja de la falta de medicamentos para poder llevar el tratamiento.
“Cuando estamos aquí nos dicen que no hay eritropoyetina, el medicamento que utilizamos con frecuencia para no agudizar nuestra situación”, expresa Caraballo.
Califica como un verdadero infierno la situación por la que deben enfrentar los pacientes de hemodiálisis.
Con los trabajos de reconstrucción del centro hospitalario, las condiciones en que atienden a los enfermos renales se han complicado.
Parte del polvillo que se desprende del nuevo edificio de cinco niveles que es levantado en el Cabral y Báez, va a parar a los pasillos de espera donde diariamente acuden decena de pacientes.
La estrechez de los espacio por la colocación de carpas o furgones improvisados en el patio frontal, también complica la situación.
