Esta Semana Santa es la primera para el pasado cardenal argentino Jorge Bergoglio en su calidad actual de Papa Francisco. Este nuevo Papa, que aunque apenas electo el pasado 13 de marzo ya ha sido considerado por muchos el “Papa de los pobres y de los marginados”, ha comenzado a romper tradiciones de mucho tiempo, lo que indica un nuevo estilo y con ello importantes cambios para la Iglesia católica.
Por ejemplo, en vez de oficiar la acostumbrada misa de Jueves Santo en la basílica de San Juan de Letrán, el Pontífice anunció que lo hará en el reformatorio Casal del Mármol, en las afueras de Roma, donde lavará los pies de 12 menores recluidos de entre 14 y 18 años de edad y de diferentes nacionalidades, recordando con esto que Jesús lavaba los pies de sus discípulos como un acto de humildad, no de magnanimidad.
El viernes, Francisco presidirá el “Vía Crucis” en el Coliseo, donde a diferencia de Benedicto XVI, participará de manera parcial, posiblemente cargando la cruz de madera por lo menos durante una de las estaciones del recorrido. Luego, el Papa continuará el sábado con la velada pascual y el domingo será el día de las grandes multitudes en la Plaza de San Pedro donde se celebrará la misa de Pascua, lo que ha generado grandes expectativas respecto a lo que dirá este innovador Papa cuando bendiga a la ciudad y al mundo.
Otro elemento sorprendente es la decisión de Francisco de no vivir en el amplio y lujoso apartamento pontificio de 12 habitaciones, sino apenas en dos cuartos de la residencia de Santa Marta en el Vaticano y que además recibirá sus alimentos en el comedor comunitario junto a otros miembros del clero, lo que quiebra costumbres de más de un siglo.
Lo anterior es coherente con sus palabras en la misa oficiada el pasado Domingo de Ramos en la Plaza San Pedro ante más de doscientas cincuenta mil personas, ya que clamó por un mundo en donde no prime el amor por el dinero. Este papado, más cercano a la gente y menos ostentoso, se produce en momentos en que, por ser el primero de nombre Francisco, la Iglesia y los católicos en general estarán más pendientes de lo usual.
Ojalá los contundentes mensajes del Papa Francisco, tanto los que ha dicho como los que ha demostrado con hechos, promuevan la humildad y la sencillez en un mundo tan permeado por el consumismo y el apego a las cosas materiales.
