Mañana es Nochebuena, víspera de la Navidad cristiana, tiempo en que se celebra el nacimiento de Jesús de Nazaret. Para los niños de hoy es tiempo de regalos del “ Niño Jesú”  y para otros de “Santicló”. La Biblia no menciona la fecha cierta del nacimiento del Mesías Cristiano, momento debatido y calculado en infinitas mediciones aunque casi siempre a partir de los relatos de los Evangelistas. Navidad, de Nativitas en latín, nacimiento; en inglés Christmas, misa de Cristo y en alemán Weihnachten noche de bendición. Muchas teorías definen la celebración de la Navidad cristiana y se establece que su primera vez tuvo efecto en el año 200 de nuestra era y ocurrió en Alejandría. Otros consideran que se aprovechó antigua celebración del nacimiento anual del dios-Sol en el solsticio de invierno (natalis invicti Solis) que fue adaptada en el siglo 3 de la era cristiana. Los romanos en sus celebraciones de Saturno, el mismo 25 alcanzaban su clímax, siendo esto aprovechado por el Papa Julio I para facilitar la conversión al cristianismo de los romanos de la época. En algunos lugares fue prohibida la celebración de la Navidad en algunas iglesias a partir de la Reforma Protestante. Los germanos y escandinavos celebraban el nacimiento de Frey el 26 de diciembre, dios de la fertilidad, la lluvia y el sol naciente. Los incas celebraban el renacimiento de Inti o el dios Sol, la fiesta era llamada Cápac Raymi o Fiesta del sol poderoso y en su ciclo de vida de apogeo en junio y disminución en diciembre.

Para el dominicano las Navidades son  “tiempo e’fieta”, época de celebrar, motivo de “juntadera”, de puerco en puya, de “romo” y todo a partir del “doble” que se recibe en diciembre para gastar el triple y lamentarse a partir de enero, cuando la realidad golpea bolsillos y sacude corazones con arrepentimientos inútiles y tardíos. Navidad es sinónimo de pintar la casa y realizar arreglos; de muebles nuevos y adquisición de artefactos y electrodomésticos. El criollo gasta todo lo que recibe y “un chin ma”  porque su filosofía de vida está ligada al disfrute y al mejoramiento de su calidad de vida. Es tiempo de volver al lar nativo, de retornos “donde lo viejo” a renovar amores y reforzar amistades. Es tiempo de “pandefrutas”, “lerenes y manicongos”, de “ puerco asao con cueritos”, de “ensalada rusa”, de “moro e’guandule”, de ponche. Es tiempo de alegrías festivas y de exaltación del disfrute personal a la vez que es época de excesos gastronómicos y en el beber, muy lejos de las motivaciones que dieron origen a la fiesta de Navidad como hoy la conocemos. Vale el disfrute como si fueran las últimas, pero signadas por una moderación que es ajena a la idiosincrasia del criollo, en su permanente e intenso homenaje a la “gozadera”. 

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