El peligro acecha al PLD

Cuando leí en el periódico elCaribe que el doctor Leonel Fernández se lanzó de manera oficial a buscar la Presidencia de la República en las próximas elecciones del 2016, pensé que esa decisión fue consensuada con Danilo Medina, que aunque no ha dicho si aspirará o no a la Presidencia para esa fecha, tampoco lo ha descartado. Y cuando el senador Rafael Vargas, vocero de Fernández después de la reunión con los miembros del comité central del PLD, dijo que ya no hay que hablar de reelección, también pensé que el tema estaba resuelto de cara al danilismo. Sin embargo, a media mañana de ayer, la versión digital de elCaribe registró unas declaraciones del Ministro de Obras Públicas y miembro del Comité Político, Gonzalo Castillo, en las que afirma que la reelección es indetenible, llegué a la conclusión de que ya no hay forma de evitar la confrontación directa en las huestes del partido morado. Porque, a mi entender, lo que es Vargas para Leonel, lo es Castillo para Danilo. Es decir, los dos hablan con conocimiento de causa. Eso significa que hay problemas en el PLD y que como decía antes se hará muy difícil que los dos gallos (Danilo y Leonel) mantengan su reinado en el mismo gallinero. No hay forma de que el PLD se mantenga cohesionado si Danilo y Leonel no lo deciden. Si uno trata de imponerse, gana la división. Con Leonel y su equipo en contra, la propuesta de reelección puede pasar en el Comité Político y hasta de forma abrumadora. Pero esa imposición, si no es asumida por Fernández, no tiene forma de pasar por el Congreso Nacional, donde el proyecto reeleccionista sólo tendría los votos de los seguidores de Medina y otras manos alzadas que puedan agenciarse en algunos legisladores de partidos proclives a su gobierno. Pero en el papel no se ve que los números puedan ser suficientes para aprobar la reforma. Y si Leonel se impone con sus legisladores y bloquean el proyecto, entonces Danilo no se sentirá obligado a apoyar una eventual candidatura presidencial de Fernández, pues las heridas serían profundas. De modo que al parecer los gallos saldrían al coliseo y uno habría de quedar abatido. Ojalá Dios los ilumine antes de que sea tarde.