Piedritas en la ventana

De vez en cuando la alegría tira piedritas contra la ventana de Benedetti. Otras veces lo hace la justicia, pero ante la ventana de nuestra…

De vez en cuando la alegría tira piedritas contra la ventana de Benedetti. Otras veces lo hace la justicia, pero ante la ventana de nuestra sociedad para avisarnos que está ahí esperando, deseosa de ser parte de una democracia que desde hace décadas intenta madurar. Una sociedad edificada sobre la base del olvido y del eterno “comenzar de nuevo”, está condenada a seguir repitiendo los errores del pasado. Las buenas obras que tienen como centro a la gente, son un paso importante, pero insuficiente si pueden seguir durmiendo tranquilos aquellos que almacenan fortunas a costa del Estado. ¿Acaso, acumulando fuerzas para volver a sus andanzas?

Junto a las políticas públicas implementadas por el gobierno en las áreas de educación, salud o agricultura, se reconocen como positivas las medidas dirigidas a promover una mayor transparencia en el Estado y un efectivo comportamiento ético de los servidores públicos. Pero no hay que olvidar que el mayor incentivo para los actos de corrupción en la administración del Estado, lo constituye la impunidad. La sanción de la corrupción presente y pasada, es la mejor manera de hacer comprender a los que aspiran a enriquecerse con los recursos públicos, que su actuación tendrá consecuencias. La justicia sigue arrojando piedritas.

El poeta promete no tatuar el recuerdo con el olvido, ojalá que con él, ciudadanos y gobernantes asumamos esa promesa. La miseria a la que se ha sometido al pueblo, el deterioro de los servicios públicos, la pobreza y el derroche del dinero del contribuyente, tienen responsables que deben pagar sus culpas. Aspiramos a que el sistema judicial actúe con la suficiente independencia como para poder establecer la verdad e impartir justicia, sin importar que afecte a sectores que se entiende invulnerables. Claro está, para ello tendrá que olvidar favores y renunciar a lealtades. Con esto no sólo se enfrenta el régimen de impunidad, sino que se fortalecen las instituciones de nuestro país, sobre todo las del debilitado sector judicial.

Esto ayudará a generar la confianza perdida en el Estado. Será muy difícil suscitar esta confianza y la posibilidad de un diálogo sincero Estado-sociedad, si la gente percibe que no se hace nada frente a la impunidad. Es esperanzador ver a una sociedad dispuesta a superar la apatía social que le ha desmovilizado y que comienza a resistir el olvido, actuando en el presente en demanda de un país más genuinamente democrático. Ojalá que las autoridades se den por persuadidas y pidan que la justicia no tire más piedritas, pues abrirán la ventana, abrirán la ventana.

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