La piratería y la historia dominicana XII

En la Europa antigua, la piratería fue medio para mejorar la vida de pueblos costeros del Mediterráneo, mar incapaz de entregarles cosechas…

En la Europa antigua, la piratería fue medio para mejorar la vida de pueblos costeros del Mediterráneo, mar incapaz de entregarles cosechas suficientes para vivir. Hicieron piratería con naves livianas y rápidas, talvez las mismas usadas en la improductiva pesca, que permitían abordar por sorpresa, robar y huir entre bajíos, despojando a naves de mercaderes.

En Santo Domingo, el comercio con terceros fue siempre actividad prohibida para los habitantes, reservada como monopolio de la Casa de Contratación.
A mediados del siglo XV se inicia el proceso de despoblación de la isla, causada por tres factores. Primero, el exterminio de los aborígenes, por epidemias de enfermedades a las cuales no habían desarrollado defensa sus organismos, el suicidio en masa como respuesta a la esclavización, y al genocidio. Segundo, la emigración del aventurero español, cuya esperanza de rápido enriquecimiento le hacía percibir mejores oportunidades de conquista y enriquecimiento en tierra firme, principalmente en México y Sudamérica. Tercero, por el abandono de la isla causado por el cambio de ruta de la Flota Española, ante la dificultad de defender los buques de las acciones de corsarios y piratas que procuraban con sus ataques hacerse de parte del botín a que solo tenían acceso España y Portugal, con lo cual prácticamente cesó el suministro de bienes provenientes de España.

Prontamente, los habitantes de la isla se dieron cuenta de la acelerada degradación de su estatus de virreinato, así como del aislamiento y desprotección en que se encontraron, cuando las migraciones y el abandono los dejaron a merced de los filibusteros, aventureros sin bandera, que estaban dispuestos a suplir y comprar mercancías a precios más favorables que los impuestos por la Casa de Contratación, en franca violación al monopolio que en su favor dictaba la ley española, así como de corsarios abanderados de naciones enemigas de España.

La respuesta de la corona fue el abandono de poblaciones en zonas de la isla por decreto real. Rosario Sevilla Soler (“Santo Domingo, Frontera Franco española”, Revista de Indias, 1990) lo cuenta así: “Las poblaciones de Montecristi, San Felipe de Puerto Plata, Bayajá, la Yaguana o otras de las zonas citadas, eran quizás las más prósperas de la isla debido, en parte, a su papel como embarcadero de los productos procedentes de la Vega Real y, en parte, al intenso contrabando realizado en aquellas costas. Para acabar con este contrabando el Consejo de Indias decretó, en 1603, el traslado de los habitantes y el ganado de estas ciudades a las cercanías de la capital. Pero las nuevas poblaciones en que se pretendió establecerlos no llegaron a prosperar”. l

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