La piratería y la historia dominicana XI

La repartición entre España y Portugal de la tierra por descubrir que no perteneciera a príncipe cristiano, por el papa Alejandro…

La piratería y la historia dominicana

Conceptualizar la piratería como evento marítimo parecería una aberración, porque el ataque a medios de transporte fue…

La repartición entre España y Portugal de la tierra por descubrir que no perteneciera a príncipe cristiano, por el papa Alejandro VI, era natural que fuera rechazada por los demás monarcas que esperaban participar de las riquezas que vislumbraron los primeros viajes de Colón al Nuevo Mundo, a pesar de la exclusión contenida en el texto de las bulas.

Las monarquías respondieron entregando patentes de corso a ciudadanos privados para que asaltaran los enclaves de tierra y los buques cargados con riquezas provenientes del Nuevo Mundo que fue construyendo España, en el Caribe, el Atlántico y el Pacífico. Sin embargo, a pesar de tales gestiones, España tuvo relativamente pocas pérdidas por acciones de corsarios y piratas. Mantuvo ignorantes a las demás naciones europeas respecto de la localización de los descubrimientos y ensambló una formidable flota para acompañar a las naves que retornaban con las riquezas americanas.

En “Historia del Caribe” (2008, pp 22-23) Frank Moya Pons señala: “…lo que éste (Colón) informó a su regreso a España fue tan extraordinario que no obstante su gran carencia de dinero Fernando e Isabel allegaron recursos para financiar una segunda expedición de 17 naves y 1,500 hombres (con quienes) pretendían organizar una empresa de explotación en las nuevas tierras, similar a las factorías portuguesas que Colón había conocido en África. Esta factoría española funcionaría como un centro comercial fortificado que tendría como únicos dueños a Colón y a la Corona, quienes se repartirían los beneficios que produciría el trabajo de unos 1,500 hombres”.

“La rígida disciplina terminó ofendiendo a todos, hijosdalgos y gente común, y pronto se produjo una conspiración que Colón reprimió ahorcando a uno de sus cabecillas. Colón era extranjero, genovés de nacimiento y portugués de formación, y su estilo de mando irritaba la xenofobia española en 1493 sumamente exaltada por la conquista de Granada y la expulsión de los moros y judíos de la Península. Colón no comprendió cuán ajeno resultaba el modelo de la factoría portuguesa al espíritu guerrero y caballeresco castellano formado en los siglos de guerra de la Reconquista. Esa incomprensión le generó dificultades.” (Ibid, p. 23). Continúa Moya Pons: “Colón lanzó tres campañas militares entre 1494y1495 para someter a la población aborigen al vasallaje español… (por las que) descubrió que podía ahorrar dinero si daba indios esclavos a sus trabajadores a cambio de sus salarios. Esas campañas malquistaron a los indios del centro de la isla, quienes huyeron hacia los montes para escapar a la violencia de los españoles”. Paréntesis míos. Continuará.

Posted in Sin categoría

Conceptualizar la piratería como evento marítimo parecería una aberración, porque el ataque a medios de transporte fue tan frecuente y gravoso para los mercaderes que viajaban en caravanas para adquirir mercancías excedentarias de una plaza para venderlas en otras que, para cubrir las pérdidas que el pillaje producía, tuvo que inventarse el servicio que ahora llamamos seguro mutualista. Tampoco era nuevo el uso de la guerra para conquistar territorios o para saquear riquezas.

El tipo de piratería que nos ocupa difiere de anteriores experiencias por ser fruto de la retaliación a la intolerancia religiosa que cambiaron el rumbo de la historia. La primera acción resulta del avance de las fuerzas selyúcidas turcas que en el año 1071 habían casi eliminado la efectividad del ejército Bizantino y conquistado la mayor parte de su territorio, aunque no su capital, Constantinopla.

Habían capturado hacia el este a Iraq, Persia y Afganistán, llegando hasta la India; hacia el sur a Siria y Palestina, ocupando Jerusalén en 1070, y avanzaban hacia Egipto y, hacia el oeste, se desplazaban por noráfrica rumbo al estrecho de Gibraltar. Temerosos los europeos orientales y occidentales, encabezados por el emperador de Bizancio, Alejo Comneno, y el papa Urbano II, de que tan arrollador avance del Islam provocara la extinción del cristianismo, lleva al Papa a convocar el Concilio de Clairmont en 1081, que declara la Guerra Santa contra los musulmanes ocupantes de Jerusalén, que  aprovecha el prelado para disparar a la muchedumbre las siguientes palabras:

“Turcos y persas, árabes y agarenos han invadido Antioquía, Nicea e incluso Jerusalén, que guarda el sepulcro de Cristo. Dueños absolutos de Palestina y Siria, han destruido las basílicas e inmolado a los cristianos como si fueran animales. Las iglesias, donde antes se celebraba el divino sacrificio, han sido convertidas por los paganos en establos para sus bestias. ¿A quién corresponde vengar estas injurias y recobrar estas tierras si no a vosotros? Tomad el camino del Santo Sepulcro, arrancad aquellos lugares al poder de esa raza maldita y ponedlos bajo vuestro dominio… Quienes lucharon antes en guerras privadas entre fieles, que combatan ahora contra los infieles y alcancen la victoria en una guerra que ya debía haber comenzado; que quienes hasta ayer fueron bandidos se hagan soldados; que los que antes combatieron a sus hermanos luchen contra los bárbaros.Comprometeos ya desde ahora; que los guerreros solucionen ya sus asuntos y reúnan todo lo que haga falta para hacer frente a sus gastos; cuando acabe el invierno y llegue la primavera, que se pongan en movimiento, alegremente, para tomar el camino bajo la guía del Señor”.  Continuará.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas