Pobreza, discursos y desigualdad social

Siempre he dicho que vivimos en un mundo plagado de injusticias, irritante por demás. Una gran mayoría de los seres humanos vive en una permanente lucha desigual, con grandes carencias, de sueños imposibles y esperanzas rotas.

Siempre he dicho que vivimos en un mundo plagado de injusticias, irritante por demás. Una gran mayoría de los seres humanos vive en una permanente lucha desigual, con grandes carencias, de sueños imposibles y esperanzas rotas.Muy pocos en el mundo, de los que hemos tenido la dicha de gozar de un techo, educación, trabajo y cubrir nuestras principales necesidades, mostramos disposición para ayudar a cambiar esta realidad por una distinta, que permita a los menos afortunados disfrutar de los derechos propios de su condición humana.

Mi punto de vista tiene que ver con el informe publicado recientemente por Oxfam en Suiza, en el que advierte que la desigualdad “fuera de control” ha sido causante de que sólo 62 personas posean tanta riqueza, como la mitad más pobre de la población mundial.

Oxfam asegura que hace cinco años esta cifra ascendía a 388 personas. Esto significa que la brecha que separa a ricos y pobres va en escala ascendente, ante la mirada indiferente de las élites mundiales que controlan el mundo y que, a su vez, son responsables de esa terrible desigualdad.

Es interesante el llamado que hace Oxfam al liderazgo político mundial para que se tomen medidas urgentes contra la crisis de desigualdad extrema, asumiendo que, de mantenerse, esta situación pone en peligro todo el progreso realizado a lo largo de los últimos 25 años en la lucha contra la pobreza.

Es un llamado de atención que igualmente toca a la clase política local, donde la distinción entre ricos y pobres es tan marcada que es y seguirá siendo centro de discusión y debate durante mucho tiempo.

Es justo reconocer que en las últimas décadas el Estado dominicano ha avanzando de forma significativa en su intención de superar los niveles de pobreza, que han mantenido apartados a cientos de miles de personas del progreso que solo unos pocos pueden exhibir.

Pero no es suficiente. Todavía nuestro país tiene por delante un largo trecho que transitar para que el desarrollo sea realmente compartido, y favorezca a esas grandes mayorías históricamente excluidas del festín de las riquezas nacionales arbitrariamente distribuidas.

República Dominicana tiene el gran reto de erigirse en un Estado-Nación integrado por un liderazgo más responsable y comprometido con el objetivo básico de hacer posible una sociedad equilibrada y con oportunidades compartidas.

El informe de Oxfam no puede pasar desapercibido. Es un estudio que retrata la situación mundial en términos de distribución de riquezas, falta de oportunidades y las injusticias que promueve la concentración de bienes en manos de algunos afortunados.

Los tomadores de decisiones nuestros no pueden demorar hacer suyo el desafío de impulsar el desarrollo en cada pueblo de la geografía nacional. Solo así será posible alcanzar la prosperidad que hasta ahora solo tiene vigencia en discursos políticos, con frecuencia cargados de mentiras y repeticiones no creíbles.

De mi parte, intento no ver el juego desde las gradas, desde donde solemos cuestionar acciones que consideramos erradas para encaminar el desarrollo colectivo, sin involucrarnos. Y esto explica el tiempo que invierto en la conformación de un proyecto en el que cifro las esperanzas de poder contribuir con ese sano propósito.

Hablo de la “Fundación Vida por una Sociedad + Humana”, a través de la cual estoy convencida de que me será posible asistir a la gente pobre y contribuir en superar la inequidad, con planes alejados del inmediatismo y falsos discursos, tan de moda en estos tiempos de campaña electoral y de grandes cumbres internacionales.

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