Las reservas del presidente Danilo Medina Sánchez, una vez pasadas las elecciones, su sepulcral silencio y su posición de no decir los nombres de los funcionarios que integrarían su gabinete, tiene mucha lógica. Si hubiese actuado en forma indiscreta, le habrían caído los palitos encima, como se dice popularmente, pues en un país como República Dominicana nunca hay cargos para todos y como bien dijo el hoy presidente: “no hay sombreros para tantas cabezas”.
Si Danilo Medina hubiese revelado los nombres de las personas que formarían su gabinete antes de asumir el poder, no hubiese soportado la presión de diferentes sectores que empezarían a criticar la designación de tal o cual funcionario. Pero también hubiese sido grande la presión de los colaboradores y dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana y los partidos aliados que reclamarían sus puestos, bajo los alegatos de que se fajaron en las elecciones.
Si Danilo hubiese dicho a quiénes pondría y para dónde irían, no hubiese soportado las caras largas de aquellos que se sienten con méritos para aparecer en un decreto; por eso su silencio, por eso su discreción que, sin dudas, es el inicio de su estilo.
El hermetismo era tal que muchos de sus aliados acudieron a los medios a recordar que fueron determinantes para el triunfo y aunque decían que no negociaron puestos, no ocultaban su incertidumbre. Incluso, dirigentes del PLD que acudían a los medios, aunque decían que no aspiraban abiertamente a ningún cargo, no concluían las entrevistas sin proclamar que estaban listos para el toque de trompeta, si eran llamados “a sacrificarse por el país”. Para el nuevo presidente es más fácil ahora hablar por decretos y simplemente el que se quede fuera, tendrá que esperar su turno en el banco y aunque la presión será grande es más fácil de manejar desde el PalacioNacional que desde su residencia u oficina privada. Por eso el silencio de Danilo.
