Por sus frutos lo conoceremos

El recién juramentado presidente Danilo Medina fue muy enfático en su discurso de toma de posesión al expresar: “queremos…

El recién juramentado presidente Danilo Medina fue muy enfático en su discurso de toma de posesión al expresar: “queremos entusiasmar, queremos motivar, queremos comprometer a todos los sectores y eso sólo será posible si mostramos decisión y voluntad de cambio sobre las prácticas del Estado”. Para nadie es un secreto que esta arenga rindió su efecto, aunque los ánimos   bajaron tan rápidamente como la efervescencia de una bebida espumante, luego de que se anunciara un gabinete que se esperaba nuevo y resultó reacondicionado.

No obstante, debemos esperar pacientemente que el nuevo Presidente tenga tiempo para ir tomando las acciones que esbozó en su discurso. Como prometió elevar la calidad del gasto público y avanzar “firmemente, hacia una gestión pública austera, cada vez más profesional y efectiva”; debemos esperar una compactación del Estado que elimine las múltiples entidades innecesarias, cuya única razón de ser es que en este país lo que se crea en el Estado por irracional o inútil que sea no se disuelve, pues es una parte más del botín político a repartir con compañeros de partido y aliados.

Sin embargo, en su  discurso el Presidente anunció la creación de varias nuevas entidades: el Ministerio de Energía y Minas como órgano encargado de la formulación, evaluación y control de las políticas estratégicas del sector energético de nuestro país, lo que podría redundar con las funciones de la Comisión Nacional de Energía; el Instituto de los Dominicanos en el Exterior, la Oficina Nacional de Registro Inmobiliario, bajo la tutela del Ministerio de Hacienda, y la Dirección Nacional de Pymes, bajo la del Ministerio de Industria y Comercio.

Esperemos que hacer lo que nunca se ha hecho signifique que no solo se crearán estas nuevas entidades, sino que se eliminarán muchas otras que se solapan y duplican, cuya lista resultaría prolijo enumerar.

También, que la rebautizada Dirección Nacional de Ética e Integridad Gubernamental será realmente efectiva a diferencia de su antecesora la Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción, y que como lo anunciado por el Presidente ésta de verdad investigará las denuncias de corrupción por el solo rumor público. Más importante aún, esperemos que la misma impulse finalmente el cumplimiento de la recomendación de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, que ratificamos en el año 2006, la cual dispone que cada Estado miembro considerará “tipificar como delito, cuando se cometa intencionalmente, el enriquecimiento ilícito, es decir, el incremento significativo del patrimonio de un funcionario público respecto de sus ingresos legítimos que no pueda ser razonablemente justificado por él”. Si dicha Dirección de Ética hiciera esto, sería una de las entidades que mayor trabajo tendría y ciertamente cumpliría con la promesa de campaña de hacer lo que nunca se ha hecho.

La esperanza en la cosecha sembrada está. Resta por ver cuántos y qué tan buenos serán los frutos que nos dará el sembrador que nos ha prometido cambiar las negativas prácticas de nuestro Estado. Por sus frutos lo conoceremos.

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