El presidente Temer pide a su gabinete proseguir con reformas

Brasilia.- El recién juramentado nuevo presidente brasileño Michel Temer impuso el miércoles a su gabinete la tarea de seguir adelante con las reformas de pensiones y presupuesto, así como con propuestas para crear empleos. El…

Brasilia.- El recién juramentado nuevo presidente brasileño Michel Temer impuso el miércoles a su gabinete la tarea de seguir adelante con las reformas de pensiones y presupuesto, así como con propuestas para crear empleos. El mandatario dijo que a partir de ahora las expectativas son mucho más altas para el gobierno. Señaló que espera que en los próximos dos años y cuatro meses se realice lo prometido: reactivar nuevamente a Brasil.

Temer negó que el proceso de juicio político haya sido un golpe de Estado contra Dilma Rousseff, como ella afirmó en sus primeras declaraciones después de haber sido destituida.

“La golpista es usted”, indicó, dirigiéndose a Rousseff. “Es usted quien viola la Constitución”.

Por otro lado, Temer dijo que iniciará la noche del miércoles su visita a China para la reunión del Grupo de los 20 y señaló que fueron solicitadas reuniones bilaterales con los líderes de España, Japón, Italia y Arabia Saudí.

“Estamos viajando precisamente para revelar al mundo que tenemos estabilidad jurídica y política”, afirmó. “Tenemos que mostrar que existe esperanza en el país”.

Temer juramentó unas horas después de que el Senado votó 61-20 a favor de destituir a Rousseff por violar las leyes fiscales en su administración del presupuesto federal. Estuvo acompañado por líderes de ambas cámaras del Congreso así como por su gabinete. No realizó declaraciones y se espera que se dirija la tarde del miércoles al país.

El político de 75 años de edad había fungido como presidente interino desde mayo, cuando el Senado inició el proceso de juicio político y suspendió a Rousseff antes del juicio que decidiría su futuro.

Hereda un Brasil dividido y en recesión

El presidente de Brasil, Michel Temer, hereda un país dividido políticamente, con la mayor recesión de las últimas décadas y con una sociedad que desconfía de sus dirigentes, hastiada de una sucesión de escándalos de corrupción que parece no tener fin.

El mismo día en que el Senado decidía destituir a Dilma Rousseff y confirmar a Temer en el poder, se hacían públicos los últimos datos económicos, que no dejan lugar para el optimismo y que, según el nuevo Gobierno, justifican la necesidad de avanzar en recortes y en privatizaciones de forma urgente.

Pero además de una crisis económica sin precedentes en un cuarto de siglo, el nuevo presidente de Brasil debe recuperar la confianza de una sociedad dividida y descreída de la clase política.

Los escándalos de corrupción que minaron a Rousseff salpican también al propio Temer y a dirigentes del su partido, el poderoso Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).

Apenas unos días después de asumir interinamente, el pasado mayo, Temer tuvo que cambiar a tres de sus ministros por acusaciones de corrupción y su principal aliado en el proceso de destitución de Rousseff, Eduardo Cunha, dejó la presidencia del Parlamento acorralado por la Justicia.

No es de extrañar, en este contexto, que los brasileños miren con recelo a sus políticos, hasta el punto de que, según los sondeos, si Temer, que apenas roza el 10% de popularidad, o el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva -que pasó de ser el político mejor valorado de Brasil a estar en la mira de la Justicia por corrupción- apoyaran a algún candidato para las elecciones municipales del próximo octubre, le harían un flaco favor.

Una mejora en el bolsillo de los brasileños contribuiría a mejorar la imagen del nuevo presidente, que cuando asumió de forma interina se comprometió a trabajar para sacar al país de la crisis, aunque apenas tiene dos años y medio años -hasta el 1 de enero de 2019- para lograrlo.

Los mensajes a los mercados lanzados por el Gobierno de Temer no han tenido, hasta ahora, el efecto esperado, y las cifras anunciadas hoy mismo confirman un avance en el deterioro económico.

La economía brasileña cayó en el primer semestre un 4.9% frente al mismo periodo del pasado ejercicio, su peor resultado en un cuarto de siglo, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE).

Los retrocesos afectaron a todos los sectores, pero muy especialmente al consumo de las familias, que se contrajo un 5%, arrastrado por la inflación, el crédito y, sobre todo, el aumento del desempleo: Brasil ha perdido 1.7 millones de puestos de trabajo en el último año. Además, el país acumuló, entre enero y julio, un déficit fiscal primario próximo a los 11,100 millones de dólares, el mayor para el período en la historia del país, de acuerdo con el Banco Central.

Sólo en julio, los gastos públicos superaron los ingresos en unos 3,900 millones de dólares, un récord histórico para este mes.

Por si no fuera suficiente, buena parte de los estados están en una situación que roza la bancarrota, como le ocurre a Río de Janeiro, que tuvo que declarar “calamidad pública” el pasado junio para conseguir los fondos federales necesarios para avanzar en la preparación de los Juegos Olímpicos que se celebraron en agosto.

La deuda pública de Brasil crecerá

La deuda pública de Brasil, uno de los principales problemas de la economía del país, seguirá creciendo aunque salga de la recesión en la que está sumido, lo que plantea un “serio riesgo” para la estabilidad fiscal, informó el Gobierno.

“La deuda crecerá indefinidamente si no se toman medidas urgentes y relevantes para la estabilización del país”, dijo el ministro de Planificación, Dyogo Oliveira, en una rueda de prensa.

La deuda bruta llegará este año al 66.5%, subirá al 72.5% el año próximo a pesar de que se espera la retomada del crecimiento y se disparará hasta el 77.7% en 2019, según afirmó Oliveira, al presentar los presupuestos de 2017.

Contracción
La economía brasileña se contrajo 3.8% en 2015 y el FMI pronostica que perderá otro 3.3% este año.

Presupuesto
El déficit presupuestario está en camino a alcanzar casi 48,000 millones de dólares al final de este año.

Caída
La economía brasileña cayó un 0.6% en el segundo trimestre en comparación al trimestre anterior.

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