Programas de residencias médicas (y 2)

La preocupación por la calidad de los programas de educación médica y la falta de regulaciones  en esta modalidad de formación no es una inquietud reciente y constituye una problemática típica  de muchos países.  En República…

La preocupación por la calidad de los programas de educación médica y la falta de regulaciones  en esta modalidad de formación no es una inquietud reciente y constituye una problemática típica  de muchos países. 

En República Dominicana se agudizan algunas tensiones, pues a pesar de que las universidades certifican la formación de estos profesionales,  según el Reglamento General de Residencias Médicas estas  instituciones (excepto la universidad estatal) no pueden participar en el proceso de hacer políticas, elaborar normas de operación o de reclutamiento para estos programas.

No obstante las limitaciones legales, algunas de las universidades que tienen bajo su responsabilidad  conferir el aval  a estos programas han estado  procurando aumentar su participación en la formación del médico residente desde la gestión, el diseño, la implementación y la evaluación del proceso educativo.

Conocemos los esfuerzos de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), que desde el año 1979 avala estos programas en la región norte del país.

Durante décadas, la PUCMM ha implementado iniciativas tendentes a elevar la formación de los especialistas médicos. A inicios de los años 90, con apoyo técnico del Programa de Adiestramiento en Salud de Centroamérica y el Caribe (PASCAP), se realizó una evaluación de estos programas, y producto de este proceso, se inició la implementación de un nuevo modelo curricular.

Dicho modelo, que ha sido revisado periódicamente, incluye experiencias de aprendizaje concebidas para responder a las necesidades formativas de orden teórico, así como también a los procedimientos clínicos y/o quirúrgicos que deben poner en práctica los Médicos Residentes.

Asimismo, en respuesta a la visión de educación fundamentada en los valores humanistas, se han integrado asignaturas complementarias al proyecto formativo, tales como  bioética e investigación. Aún con las restricciones que imponen las regulaciones al respecto, la PUCMM se ha mantenido en procura de un espacio de participación en la gestión académica y administrativa de estos programas, en su continua apuesta por la calidad.

Esta preocupación de las universidades por la formación de los médicos especialistas, debe ser  acogida por los ministerios involucrados -Salud Pública, y Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT)- en amplios espacios de consultas y diálogo con los actores del proceso (directivos y docentes de las universidades, directores de hospitales, jefes de docencia, coordinadores, médicos estudiantes) para dirimir e impulsar los cambios en el marco regulatorio nacional, que posibiliten un plan sistemático de intervención de mejora de estos programas.

Dicho Plan debe tener como prioridad crear una estructura de gestión para posibilitar la vinculación Hospital-Universidad y se puedan rediseñar los planes de estudio a la luz de las disposiciones del MESCyT (en específico, el Reglamento del Nivel de Postgrado de las Instituciones de Nivel Superior) y de los estándares internacionales para los estudios de Postgrado.

Con los programas de Residencias Médicas, tenemos un desafío más para la Medicina y la Educación Superior Dominicana. l

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