Protestas y gobierno

La Unidad de Sociedad Civil del Observatorio Político Dominicano patrocinado por Funglode divulgó su informe sobre las manifestaciones del movimiento social traducidas como “protestas” durante el año pasado. Según ese informe, durante 2013 &#8230

La Unidad de Sociedad Civil del Observatorio Político Dominicano patrocinado por Funglode divulgó su informe sobre las manifestaciones del movimiento social traducidas como “protestas” durante el año pasado. Según ese informe, durante 2013  se produjeron 952 acciones de pobladores equivalentes a cerca de tres diarias.

Las demandas fundamentales son mejorías en el servicio eléctrico, instalación de sistemas de agua potable, construcción de infraestructuras, calles, carreteras, caminos, puentes, drenajes sanitarios, centros de salud, escuelas y mejoría salarial.

En efecto, el año pasado se produjo un ajuste salarial para los trabajadores de salario mínimo. Otras protestas fueron en apoyo a la gestión del Estado para modificar las condiciones contractuales entre el Estado y la Barrick Gold, la defensa de Loma Miranda, el pago de pensiones a trabajadores cañeros y otras.

Al margen de las acciones político-sociales contra Barrick Gold y la defensa medioambiental de Loma Miranda, la mayoría de las expresiones tuvieron un carácter esencialmente reivindicativo.

Las protestas fueron en la generalidad de los pueblos del país, incluidas comunidades que en el pasado muy raramente se movilizaban, como Pedernales o Neiba, en el Sur.

¿Qué sugieren estas movilizaciones, concentradas en el Gran Santo Domingo y Santiago? La primera respuesta es muy obvia: las carencias sociales son infinitas y las respuestas públicas limitadas. La deuda social se ha abultado demasiado.

La Administración se estimula con las encuestas que registran una alta aprobación para el Presidente de la República y contados ministros o directores departamentales. Aprobación orlada de insatisfacciones sociales.

Pero en general, cada vez los dominicanos están accionando por sus derechos a mejores condiciones de vida. Lamentablemente, no siempre canalizan bien sus demandas.

Muchas debían recaer en los municipios, pero las discapacidades de la mayoría son perceptibles y los ciudadanos no pierden el tiempo en reclamarles. Todo torna hacia el Gobierno Nacional.

Las protestas cobran calor después que la gente se agota solicitando a los liderazgos locales o a un ministerio, sin recibir respuestas. Dan señales al Gobierno y merecen atención.

Obligan a preguntar: ¿Cuándo estos movimientos dispersos podrán coordinarse bajo un mando nacional, que les dé mayor capacidad de presión? l

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