Publicidad, próximo paso de Cuba hacia el capitalismo

 Durante décadas no se ha transmitido un solo aviso comercial de empresas privadas por radio y televisión en Cuba. Tampoco hubo…

 Durante décadas no se ha transmitido un solo aviso comercial de empresas privadas por radio y televisión en Cuba. Tampoco hubo carteles ni anuncios publicitarios en internet.

Puede ser un reconfortante cambio ante la avalancha de la mercadotecnia global, pero la falta de oportunidades de hacer publicidad crea un problema para los miles de empresarios en ciernes que se acogieron a las reformas de libre mercado impulsadas por el presidente Raúl Castro que permiten una limitada actividad privada.

Una cosa es abrir un negocio propio, ¿pero cómo anunciar su existencia a los clientes potenciales? Fieles a la famosa capacidad de los cubanos de “inventar”, los pequeños empresarios del país han optado por anuncios de bajo costo, no convencionales: una oleada de avisos informales en una sociedad marxista cuyo fundador, Fidel Castro, una vez calificó a la publicidad comercial de algo “enajenante y nocivo”.

Promover un negocio es “una pesadilla”, dice Cedric Fernando, dueño de Bollywood, el único restaurante de comida india en la isla, que fue inaugurado en diciembre. “Estamos compitiendo en una carrera con una sola pierna”.

Fernando, un londinense oriundo de Sri Lanka que está casado con una cubana, pintó en las puertas de su MG convertible de 1955 el logo del Bollywood.

Algunas personas han tomado fotos con sus celulares y llamado por teléfono para hacer reservaciones. Recientemente, le pagó a una persona 10 dólares diarios por colocar cupones ofreciendo dos tragos gratis en parabrisas en La Habana, aprovechando el sistema de matrículas codificadas de Cuba para dirigir su publicidad a clientelas específicas: las matrículas azules estatales de furgonetas que mueven a turistas, las blanquinegras de diplomáticos, las naranjas brillantes de empleados de compañías extranjeras, que reciben su salario en moneda convertible -equivalente al dólar-, en lugar del débil peso cubano.

Unos 1,000 volantes atrajeron unas 50 reservaciones a Bollywood en apenas dos semanas.

Volantes impresos a bajo costo son una forma popular de promover negocios. También es común un botín más duradero: Clientes del salón de belleza Enigma se van a casa con bolígrafos y encendedores estampados con el logo y el número telefónico del lugar.

En La Pachanga, un animado restaurante de hamburguesas, el dueño Sergio Alba Marín es pionero del arte de la publicidad por calcomanías, convenciendo a más de 1,500 automovilistas de que colocasen sus brillantes pegatinas en sus coches a cambio de un descuento de 25%.

Probablemente nadie en Cuba tuvo tanto éxito como Alba a la hora de atraer atención a su negocio. Además de las pegatinas, los comensales se llevan a casa diminutos sombreros de paja con el logo. “Es la única vía que tengo de hacer conocer de nuestra existencia, de que estamos aquí”, dijo Alba.

Restaurantes, clubes nocturnos y otros negocios están acudiendo también a la tecnología, empleando spam en celulares. “Desbloquear el iPhone 4.

¡Ya se puede! 150 CUC (la moneda convertible)”, decía un reciente mensaje de texto de La Clínica del Celular, lanzada en febrero de 2011 por tres amigos.  Javier Ernesto Matos, uno de ellos, dice que le va bien desbloqueando teléfonos celulares comprados en otros países, para poder usarlos en Cuba. “Gano mucho dinero”.

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