¿Qué nos une?

Qué nos une como dominicanos? La lógica implica que debemos tener como sociedad componentes culturales, tradicionales, históricos e incluso, pasionales que nos convoque cada día y que todos – o la mayoría- amemos y respetemos. Ahora…

Qué nos une como dominicanos? La lógica implica que debemos tener como sociedad componentes culturales, tradicionales, históricos e incluso, pasionales que nos convoque cada día y que todos – o la mayoría- amemos y respetemos.

Ahora bien, qué es o cuáles son estos elementos? Podría ser el amor a la patria, ese sentimiento de pertenencia al suelo que nos vio nacer lo que une a los dominicanos? Al respecto, si buscamos una respuesta histórica esta sería negativa, por lo menos en la clase que nos ha dirigido, la cual ha trazado el camino que seguimos.

Incluso la patria, como concepto, como empeño, como tesón, como lugar de encuentros y desencuentros, es utilizada para provecho personal, familiar o grupal, donde el pueblo está para pagar la cuenta. De igual forma el sentimiento patriótico ha sido manipulado, y aún lo es, como arma política dirigida al corazón, no a la razón.

Será, en cambio, el acatamiento general de la ley. Quizás no. La percepción indica todo lo contrario. Más bien, parece no solo que la normativa no se respeta, sino que es desigual en su aplicación. Estamos, como dice el pueblo, “manga por hombro”. Aquí todo el mundo hace lo que sus influencias políticas, poder económico o social le permite, no hay temores en la ley ni contrapesos institucionales ni régimen de consecuencias, por lo menos en las alturas.

Más aún, esta falta de respeto a la ley es a todos los niveles.
Podría ser la simbología o el respeto a nuestros mayores históricos o familiares lo que nos une como sociedad? Hace 20 años quizás eran elementos a tomar en cuenta, hoy no tanto, casi no existe el respeto familiar, menos aún por terceros. Y los símbolos patrios, incluyendo a Duarte, solo son eso: símbolos.

Sin mayor peso en nuestras vidas y sin mayor uso que el de exponerlos o mencionarlos en algún discurso, una o dos veces por año. Entonces, será la “pasión irracional” – de manera genérica- que imprimimos en lo que hacemos. Por ejemplo en los deportes o en la política, al extremo que separa familias y une contrarios. No, o por lo menos no es el único elemento a tomar en cuenta.

Por esto la pregunta no es de fácil respuesta. Además, el panorama sombrío no nos ayuda. Nubarrones, desconcierto, desencanto, desesperanza y hasta dejadez la hacen difícil. O quizás sea esa: nos une el desarraigo y la apatía, el dejar hacer y el no tomar partido, el “na e na” y “to ta bién”: el “dame lo mío” y el “sálvese quien pueda”.

Probablemente si respondemos la pregunta ¿qué nos une?, la cual debe tener varios componentes y múltiples implicaciones, podremos determinar más fácilmente de dónde venimos, donde estamos y decidirnos a trazar el rumbo y fijarnos un objetivo, como país y con el concurso de las mayorías, hacia donde queremos ir.
Lamentablemente sólo tengo muchas preguntas. l

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