¿Quién legisla para las violadas?

“¡Muchacha, no hables así que eso suena tan desagradable!” Si la palabra suena fea e incómoda, imagínate la situación en sí. ¿Quién legisla para las violadas? La pregunta sigue sin contestar. Durante la campaña electoral, la clase política&#

“¡Muchacha, no hables así que eso suena tan desagradable!” Si la palabra suena fea e incómoda, imagínate la situación en sí. ¿Quién legisla para las violadas? La pregunta sigue sin contestar. Durante la campaña electoral, la clase política busca votos en distintos sectores demográficos, entonces es válido preguntar quién aboga por este segmento de la población dominicana.

Sabemos que la violación existe; no son cuentos. Sabemos que mujeres y niñas mueren a causa de abortos inseguros; tampoco son cuentos. Sabemos que hay niñas que son asesinadas por el Congreso cuando se les niega tratamiento médico adecuado “por salvar la vida” potencial, no la existente.

Rosaura Almonte murió con apenas 16 años, pero su mamá sigue viva, y hasta le escribió una carta al Congreso. Dice doña Rosa Hernández: “No permitir el aborto en ciertas circunstancias mata a las mujeres… Mató a mi hija en el año 2012 y me destruyó la vida. A nadie le importó nunca la vida de mi niña. Cada vez que alguien se opone irracionalmente al aborto me queda claro que, para ciertos grupos, las mujeres que estamos en este mundo no importamos”. Lean la carta.

Yo me pregunto si es que lo harán de maldad. ¿Qué tanto afán en causar sufrimiento innecesario a un grupo de mujeres y niñas que nunca le han hecho daño a nadie y cuyo único crimen fue caer en manos de un violador… o violadores? ¿Quién en su sano juicio se sienta en una silla a teorizar que cuántos años serían castigo apropiado para una niña o para una mujer violada?

Quizás el problema es que la violación la tenemos en el imaginario de Cosas Terribles e Indecorosas, sin rostro ni nombre. Si no fuera por el estigma y la vergüenza, impuestos e injustos, yo propondría realizar una marcha ante el Congreso Nacional para que nos vean la cara. Aunque eso tampoco ayudaría mucho… ¿Por qué ir a decirle a 132 legisladores y legisladoras que votaron a favor del proyecto de ley que “la violada” puede ser su hija, su hermana, su esposa o su mamá, si lo más importante es que “la violada” es un ser humano y punto?

“¿Tú no tienes un primo que trabaja en una farmacia?”, “me falta dinero pa’ comprá la pastilla, ¿tú me lo prestas?”. “¿Ese hombre es médico de verdad?”, “¿y si me perforan el útero o un ovario?”, “¿cuántas es que hay que tomarse? En el internet dice dos, pero yo me voy a tomar tres, por si acaso”. “Pásame la percha de metal…”.

Cosas que se dicen las mujeres y niñas que luego de una violación se encuentran en un dilema repugnante que produce un sabor a vómito en la garganta permanente.

En el Congreso nunca escucharán testimonios de estas realidades. La violación es un tema demasiado… sucio y disonante para estar mencionándolo en público. A los legisladores supongo que les resulta mejor pretender que no existe y solo traerlo a colación cuando le van a clavar otro cuchillo a las violadas. Luego de eso, ese tema tan espinoso lo guardan en una gaveta donde nunca llega la luz… y los miles de niñas y mujeres que tienen que vivir con sus recuerdos, sus crisis y sus traumas, pues “que resuelvan ellas”.

Las mujeres religiosas siempre tienen quien las patrocine. A las empresarias, por supuesto, se les dedica aunque sean 2 párrafos en cada discurso sobre “el tema de las mujeres”. ¿Y las violadas? ¿Quién vela por ellas en la clase política? ¿A quién le dejamos las niñas y mujeres violadas?

Pues a quién más: A los violadores. 

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