Rebrote de la violencia

La violencia generada por la delincuencia es parte de la cotidianidad, nos asusta, pero aprendemos a soportarla. A veces asumimos una aparente disminución…

La violencia generada por la delincuencia es parte de la cotidianidad, nos asusta, pero aprendemos a soportarla. A veces asumimos una aparente disminución de los crímenes, pero de golpe, resurgen con más fuerza.  Esa violencia del crimen organizado se conjuga con la brutalidad que llevamos dentro, con la intolerancia y con la proclividad a usar los instrumentos letales.

Así, vemos como agentes autorizados a portar armas, las accionan sin medir consecuencias. La muerte de un segundo teniente de la Fuerza Aérea Dominicana en Puerto Plata es un ejemplo de ese tipo de comportamiento. Luego la violencia común, la intrafamiliar y los conflictos entre vecinos.

Pero la que más perturba es la criminalidad organizada y a la que nadie se acostumbra como un mal inevitable, porque cuando más creemos que nos ganamos el derecho a la paz, rebrota. Sea en un barrio popular o en los centros urbanos donde menos la imaginamos.

Una revisión de los hechos violentos más recientes nos confirma esa valoración. El viernes santo, unos desalmados dispararon desde una yipeta contra una persona en Estancia Yaque, provincia Santiago. El domingo de resurrección, en una de las gargantas del Polígono Central del Distrito, otros criminales asesinaron desde una motocicleta a un sargento policial, en pleno día. En la tarde, en medio de un “bandereo”, asesinaron a una persona en San Víctor, Moca. Al amanecer, el lunes, dos mujeres fueron asesinadas y un niño herido, en una vivienda, en Villa Tapia, provincia Hermanas Mirabal. Y ayer, en plena capital, un abogado fue acribillado, también a los ojos de transeúntes. En esa cuenta no incluimos el hallazgo de los restos de un español desaparecido en Higüey ni la historia de un secuestro saldado sin sangre.

En fin, que esa precaria y transitoria percepción de disminución relativa de la criminalidad, que algunos observábamos, se nos escapa crudamente, y los temores son inevitables. Estamos ante un incremento del crimen en plena campaña electoral.

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