Don Santiago Ramón y Cajal, en sus Charlas de café nos dice: “Cuando veáis un escritor que se mete con todo el mundo, es que aspira a que todo el mundo se meta con él. No habiendo conseguido ser admirado, anhela ser temido”.Igual ocurre con el que hace opinión pública, no importa la forma, sea escrita, radial o televisiva. Incluso, esa frase se adapta a variadas actividades humanas, pero sólo me concentraré en quienes son leídos, vistos o escuchados por un conglomerado razonable. Y lo hago inspirado en el Día del Periodista, que se conmemora el próximo viernes 5 de abril, fecha en que, en el año 1821, se publicó el primer periódico dominicano: El Telégrafo Constitucional.
Resalto que no soy periodista. Soy apenas un aprendiz de articulista. Esa profesión conlleva un compromiso inmenso. Quien informa, debe tener condiciones excepcionales, una madurez fuera de serie, un sentido de la responsabilidad extraordinario, pues cada palabra que pronuncie o cada gesto que haga, puede determinar el futuro de alguien, o el de una comunidad, o el de un país, y a veces del mundo. Muchas sociedades han fracasado porque la propaganda ha obsesionado a su población, haciéndola creer aspectos absurdos.
Quien orienta debe ser ecuánime y sereno, ajeno a los fanatismos de toda índole, alguien sin odios, sin pasiones que nublen su buen juicio, con la clara misión de respetar los derechos del prójimo, que no menosprecie o intente desprestigiar la obra de los demás, que no manipule los hechos y mucho menos que promueva la mentira, que construya y no destruya. Guerras y batallas se han perdido por recibirse noticias incoherentes o erradas. Muchas economías se han desplomado gracias a campañas de descrédito. Muchos hombres potencialmente valiosos ha perdido la humanidad por culpa de las injurias. La libertad de expresión tiene sus límites. Nadie tiene potestad, supuestamente amparado en una Constitución, de tratar de arruinar la moral de personas e instituciones. Eso es libertinaje, cobardía y perversidad.
Nos solidarizarnos con todos aquellos que han sido perseguidos y difamados por quienes albergan en sus corazones sentimientos de maldad y rencor, sean dizque periodistas o no los responsables de las falacias.
El Día del Periodista felicitamos a los que lo son de verdad, hombres y mujeres que no se venden ni se compran, seres íntegros, sin miedo, que siguen sus conciencias, y que se meten en la pelea siempre para defender la verdad y la justicia, independientemente de que sean admirados y/o temidos, pues su honor y su dignidad es lo que valoran, no como sus contrarios que no cruzarán la frontera de la chismografía, el chantaje, la mediocridad y el desprecio de las almas nobles.