Reforestan la zona devastada por alud que borró Carlos Díaz

Tamboril. La zona devastada por el alud de tierra que dejó sepultada la comunidad de Carlos Díaz comenzó a ser reforestada.

Tamboril. La zona devastada por el alud de tierra que dejó sepultada la comunidad de Carlos Díaz comenzó a ser reforestada. Ya algunos de los desplazados utilizan sus terrenos para sembrar frutos menores; otra parte de los 487 damnificados ha optado por la crianza de animales.

Las casas que aún permanecen en pie comienzan a ser habitadas por la comunidad haitiana o parientes de personas que residen en los Estados Unidos y que sirven como custodios para resguardar los bienes.

En la vieja mina que se convirtió en el detonante de la tragedia ocurrida el 10 de febrero del 2009 y en la comunidad Loma del Toro, han sido plantados 20 mil árboles de las especies caoba, cedro, pino y tamarindo, entre otros.

El proyecto de siembra, promovido por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales y la Sociedad Ecológica del Cibao, pretende sedimentar el terreno así como impedir que retornen las familias desplazadas. 

En total, 30 obreros trabajan en esas labores, 20 en la zona más alta de Loma del Toro y otros 10 en Carlos Díaz.

En varios puntos de la zona fueron colo cados letreros que la declaran como área intervenida y protegida.

Félix López, del equipo de Medio Ambiente, informó a elCaribe que la meta es plantar más de cien mil árboles.

La casa de Oscar Santana, levantada en la comunidad Los Guzmán a la entrada de Carlos Díaz, la habita una familia haitiana. La de su hermano, Tony Santana, es protegida por su primo Wandy Santana. Las vías de acceso hacia las comunidades más afectadas fueron restablecidas y ya las personas pueden llegar hasta Amaceye y Loma del Toro.

Aunque por las condiciones en que quedó su vivienda José López tuvo que irse junto a su familia a Tamboril, todas las mañanas regresa a Carlos Díaz a cuidar 10 vacas que recientemente compró y que llevó a un terreno que tuvo en su momento que abandonar tras el alud.

Los que vivían de la siembra de café ahora comienzan a plantar de guandules, plátano y otros en terrenos de su propiedad.

En la entrada a Carlos Díaz tan solo dos militares permanecen en el campamento, un teniente y un raso, quienes tienen que desenvolverse entre precariedades, pues practicamente fueron dejados a su suerte. Cada dos semanas son relevados por otro grupo.

Muchas veces, cuando llueve, los militares no pueden comer o cenar, pues no cuentan con estufa de gas sino con un fogón.

Aún no hay fecha para entrega de apartamentos

A la fecha, todavía los apartamentos prometidos no han sido entregados a los afectados, mientras crece la desesperanza entre los damnificados que viven en casas alquiladas.

Sin embargo, la mayor preocupación en los desplazados es que muy pocos serán beneficiados en esta primera etapa, pues tan solo han sido terminados los apartamentos para 256 familias, mientras los afectados son 487. Las autoridades tampoco tienen fecha de entrega.

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