La reforma fracasada

La reforma tributaria de finales de 2012 fue una de las más difíciles que haya vivido el país, no sólo por su pretendido alcance sino porque fue precedida de la revelación de la existencia de un impresionante hoyo fiscal que todavía hoy no ha…

La reforma tributaria de finales de 2012 fue una de las más difíciles que haya vivido el país, no sólo por su pretendido alcance sino porque fue precedida de la revelación de la existencia de un impresionante hoyo fiscal que todavía hoy no ha sido aclarado del todo. Además, porque había una percepción generalizada de que los recursos públicos se habían venido usando de una manera muy discrecional, ilegal, ilegítima y turbia, teniendo su climax en 2012 en el marco de la campaña electoral. Esto generó una fuerte reacción ciudadana que unió a unos y otros, y obligó al gobierno a recurrir a la “fuerza bruta” en el Congreso para poder lograr su aprobación.

En términos fiscales, los objetivos de la reforma eran dos. El primero, como rezaba el título de la propuesta de ley, era fortalecer la capacidad recaudadora del Estado. Inicialmente se había propuesto un incremento de las recaudaciones de cerca de 2% del PIB, por la vía de la eliminación de exenciones, del aumento de tasas, de la creación de nuevas figuras impositivas y de cambios en las formas de aplicar los impuestos.  Posteriormente, las aspiraciones fueron rebajadas hasta 1.4% con la modificación de algunos puntos de la propuesta.

El segundo objetivo era hacer el sistema tributario más progresivo, es decir, introducir cambios para que los sectores de mayores ingresos y riqueza asumieran una carga fiscal mayor. En ese objetivo, las figuras protagonistas eran el gravamen sobre los intereses que ganan las personas físicas, la modificación de la forma de aplicación del impuesto a la propiedad inmobiliaria, y la introducción del impuesto a la circulación vehicular.

Sin embargo, en ambos sentidos, los resultados de la reforma han sido decepcionantes. En materia de recaudaciones, los ingresos internos, que se pensaba iban a crecer en RD$ 40 mil millones en 2013 como resultado de la reforma, apenas crecerán en RD$ 20 mil millones. Los ingresos internos, que se proyectaba crecerían desde el equivalente a 13.9% hasta 15.3% del PIB, para un incremento de 1.4 puntos porcentuales, sólo se incrementarán en un punto porcentual (hasta 14.9%). Pero la mitad de éste no será resultado de la reforma sino de los ingresos derivados del proyecto Barrick-Pueblo Viejo, los cuales no estaban contemplados en las proyecciones iniciales.  Por lo tanto, el efecto neto de la reforma en las recaudaciones terminará siendo apenas un cuarto de lo que el gobierno quería inicialmente, y un tercio de lo que se pretendía una vez fue aprobada.

Para 2014 no se espera que el panorama cambie significativamente. Se proyecta que las recaudaciones crezcan en RD$ 45 mil millones, pero tres cuartas partes de eso se deberá al crecimiento esperado de la producción y los precios, y sólo un 25% a otros factores. Sin contar con los ingresos del proyecto Barrick-Pueblo Viejo, los ingresos crecerán en sólo 0.2% del PIB y contando con ellos en 0.4%.

En materia de equidad distributiva, la evidencia disponible indica que la reforma se limitó a evitar que las nuevas cargas recayeran sólo sobre los pobres pero no hizo al sistema tributario uno más progresivo. Mientras en 2012, antes de la reforma, los impuestos directos, los cuales tienden a gravar más a quienes más riqueza poseen y más ingresos generan, explicaron el 36% de todas las recaudaciones, en 2014 se espera que expliquen el 35.3% de ellas. Los impuestos sobre el patrimonio reducirán su contribución desde 6.2% hasta 4.6%, y los que gravan los ingresos bajarán en 0.3%. Como contrapartida, los impuestos indirectos, que tienden a gravar el consumo y que por tanto tienden a tener una vocación regresiva, especialmente después de haber generalizado el ITBIS, subirán su contribución al fisco desde 64% hasta 64.7%.

Lo anterior es evidencia de que la reforma tributaria de 2012 fracasó.  Como lo advirtió el Movimiento Justicia Fiscal en su momento, la falta de legitimidad del Estado y el débil crecimiento comprometieron el alcance y la efectividad de la reforma. Al mismo tiempo, esto explica en parte el rumbo del presupuesto de 2014 el cual recurre al endeudamiento, nueva vez, para obtener lo que no logró con los impuestos, y prolonga un funcionamiento fiscal agotado.

Hay que detener esta lógica. Si no lo hacemos nosotros mismos de forma ordenada, lo hará una crisis a la fuerza e indiscriminadamente.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas