Regla de oro

Si bien es cierto que José Francisco Peña Gómez fue bastante creativo para procurar zanjar las diferencias internas que, atomizadas, amenazaron más de una vez la existencia misma de su partido, no menos cierto es que hubo de desafiar, como un…

Si bien es cierto que José Francisco Peña Gómez fue bastante creativo para procurar zanjar las diferencias internas que, atomizadas, amenazaron más de una vez la existencia misma de su partido, no menos cierto es que hubo de desafiar, como un gran gladiador, egos y prepotencia de muchos para imponer algunas reglas. Tales fueron los casos de la del 2 y 2 (para dividir entre rivales internos el ejercicio de diputaciones muy disputadas) y la ahora tan cacareada Regla de Oro del ejercicio municipal, que ha garantizado que el presidente de un ayuntamiento sea de los electos en la misma boleta en que fue escogido el alcalde. En ambos casos, siempre hubo disidencias protagonizadas por rebeldes que no acataban la línea partidaria y que “al momento del none” adoptaban una postura personal que, en más de una ocasión, favorecía a los adversarios del perredeísmo. De todas formas, la llamada Regla de Oro fue imponiéndose poco a poco en los municipios, garantizando -vale decirlo- la gobernabilidad y el entendimiento de alcaldes y regidores, sin que dejara de tener presencia la ley de las excepciones. Ahora desde los partidos Revolucionario Moderno (PRM) y Reformista Social Cristiano (PRSC) se reniega de esa fórmula y se argumenta, quizás con razón, que “es más democrático” que se imponga la mayoría al momento de escoger los bufetes de los cabildos. Es verdad. Sin embargo, se ha perdido de vista que se está pidiendo al oficialismo y sus aliados que acaten esta versión democrática de elegir los bufetes edilicios, y se reclama a la vez que se aplique una Regla de Oro diferente para la selección de los integrantes del Consejo Nacional de la Magistratura, y por vía de consecuencia de las Altas Cortes, incluyendo Junta Central Electoral y Cámara de Cuentas, selección que viene por ahí “zumbando”, apenas a la espera de que se instalen las nuevas cámaras legislativas el próximo día 16. Una vez más, asistimos a la comprobación de que una cosa es con guitarra y otra es con violín. ¡Je, je, je…!

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