Relación birregional Europa-América Latina y El Caribe y la Diplomacia de Cumbres

Las Conferencias Interparlamentarias entre el Parlamento Europeo y el Parlatino que iniciaron en 1974 constituyen el primer escenario institucionalizado de diálogo entre la Europa de entonces y un ente de la institucionalidad regional latinoamericana.&#8

Las Conferencias Interparlamentarias entre el Parlamento Europeo y el Parlatino que iniciaron en 1974 constituyen el primer escenario institucionalizado de diálogo entre la Europa de entonces y un ente de la institucionalidad regional latinoamericana. De hecho este concepto de diálogo con Europa es el más antiguo y profundo que hasta hoy conserva América Latina y el Caribe a nivel extra regional.

Desde esa fecha su nombre ha variado ligeramente, pues los esquemas regionales de integración o los factores que impulsaron el diálogo también lo hicieron. Pasa de esta manera por el Diálogo de San José, en el que la Comisión Europea, Costa Rica y el Grupo de Contadora (Colombia, México, Panamá y Venezuela) buscaban soluciones negociadas a la grave situación de violencia que azotaba a Centroamérica, especialmente en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.

El Grupo de Contadora y el Grupo de Apoyo a Contadora –también llamado Grupo de Lima- compuesto por Argentina, Brasil, Perú y Uruguay adoptó el nombre de Grupo de Rio en 1990 y se instaura ese mismo año la Reunión Ministerial entre Europa –que tres años más tarde por el tratados de Maastricht se convierte en “la Unión Europea”- y los países miembros del Grupo de Rio.

Para 1999, con el auge de fortaleza de los procesos de integración regional, por un lado Mercosur, que hasta ese momento era el más ambicioso esquema de integración de Latinoamérica, así como el Protocolo de Tegucigalpa de 1991 que fundó el Sistema de la Integración Centroamericano, así como los avances en la integración de los países andinos, y, por otro, Maastricht pariendo a la flamante Unión Europea, se entendió como el momento propicio para el nacimiento de una relación birregional que abarcara a todos los países y se produce la primera gran cumbre en Rio de Janeiro que deja instaurada la Asociación Estratégica entre ALC y la UE, planificada desde febrero de 1998 en Panamá con el concurso de las partes.

A este nuevo contexto de diálogo birregional se le denominó la CALC o “Cumbre de América Latina y del Caribe”.

A partir de ese momento el esquema de diálogo atomizado pasa a configurarse a escenarios más complejos en los que la diplomacia de cumbres juega un rol trascendental. Cada dos años una cumbre birregional, con temas preacordados y con sentido integral se llevaba a cabo.

Desde 1999 al 2010 se desarrollaron cumbres UE-ALC de forma ininterrumpida en Rio de Janeiro (1999), Madrid (2002) y México en el año 2004. Para el 2006 la IV Cumbre UE-ALC se celebró en Viena, Austria, en el 2008, en Lima Perú y en el año 2010, se llevó a cabo en Madrid, España, la VI Cumbre de este tipo y tuvo por objetivo avanzar hacia una nueva fase de la Asociación birregional, centrada en los temas de la innovación y tecnología para el desarrollo sostenible y la inclusión social.

Para el año 2011, surge la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) como proceso de transformación institucional del Grupo de Rio y en enero de 2013, los países de ALC y de la UE se reunieron en Santiago de Chile, en una nueva Cumbre Birregional cuya motivación central fue renovar y profundizar la Asociación Estratégica en torno al tema “Alianza para el Desarrollo Sustentable: Promoción de Inversiones de Calidad Social y Ambiental.

En junio del pasado año 2015, bajo la presidencia Pro Tempore de Ecuador en la CELAC se desarrolló la segunda cumbre UE-CELAC –u octava cumbre UE-ALC- en Bruselas, bajo el lema: «Modelar nuestro futuro común: trabajar por unas sociedades prósperas, cohesionadas y sostenibles para nuestros ciudadanos».

Hace tan solo unos días, específicamente el 25 y 26 de octubre, la República Dominicana fue anfitriona, en el marco de la Presidencia Pro Tempore que ejerce en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en este año 2016, de la reunión ministerial UE-CELAC, en la que tuvieron como tema central la financiación del desarrollo y la lucha contra el cambio climático, aunque abarcaron otros de mucha importancia.

La relación estratégica entre la Unión Europea y los países del Latinoamérica y el Caribe, agrupados estos últimos en la CELAC es el diálogo birregional de mayor importancia en la geopolítica mundial.

Además de que congrega a más de 60 países, ambas regiones comulgan por igual con valores como la democracia, la defensa del multilateralismo en las relaciones internacionales, el Estado de derecho y la seguridad jurídica y sus relaciones giran en torno a una agenda con propósitos medulares que pretenden avanzar cualitativamente en la profundización de sus relaciones y en la construcción de una alianza estratégica que coadyuve en el desarrollo sustentable de sus países.

Más de mil millones de personas es el número de sus habitantes. La Unión Europea es el segundo socio comercial de América Latina y el Caribe, el primer cooperante, el primer inversor y un promotor de la integración, que en Europa ha avanzado como en ninguna otra región del mundo.

Aun así persisten preocupaciones que deben ser tomadas en cuenta en la diplomacia de cumbre, en las que se debe enfrentar la amenaza constante de llevar a la práctica lo conversado –y lo prometido- en espacios de cordialidad rimbombante. La relación birregional, aun con la existencia de estos espacios de los que les he hablado no ha abandonado su tradicional asimetría, por lo que hoy más que nunca persiste la necesidad de establecer una nueva dinámica que modifique los equilibrios y engendre una nueva relación en la que Latinoamérica no tenga que mendigar cosa alguna.

Por último, América Latina y el Caribe, aun estando consciente de la innegable importancia que tiene la relación estratégica con la Unión Europea –independientemente del Brexit- en contextos similares en los que la diplomacia de las cumbres se ha transformado en un elemento clave de las estrategias políticas y económicas de los países, debe diversificar de forma pragmática sus acciones de modo que no desaproveche las oportunidades que se perciben en la región Asia-Pacífico con China, por ejemplo.

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