¿Resistirían nuestras escuelas públicas un fuerte terremoto?

Todos los seres humanos estamos diseñados genéticamente para sentirnos bien cuando recibimos elogios y aplausos, y para sentirnos mal cuando recibimos alguna crítica que cuestiona la calidad o la bondad de algo que hemos hecho, y los gobiernos,…

Todos los seres humanos estamos diseñados genéticamente para sentirnos bien cuando recibimos elogios y aplausos, y para sentirnos mal cuando recibimos alguna crítica que cuestiona la calidad o la bondad de algo que hemos hecho, y los gobiernos, integrados por humanos, no son la excepción.

A ningún gobierno le agrada que le digan que alguna obra que ha construido no está del todo bien, y que sus potenciales ocupantes podrían verse afectados por las fuerzas sísmicas liberadas súbitamente por la corteza terrestre, sin embargo, los profesionales que nos preocupamos por la calidad y seguridad de las obras, estamos en el deber de presentar nuestros criterios, pues todos, desde el obrero hasta el Presidente, podríamos ser afectados el día que nos golpee un fuerte terremoto.

De ahí que los gobernantes y sus funcionarios nunca deben sentirse lastimados cuando algún profesional de la ingeniería sísmica plantea que muchas de nuestras escuelas muestran vulnerabilidades sísmicas, porque esa falencia no es exclusiva de la República Dominicana, pues lamentablemente la mayoría de los profesionales de la construcción, incluyendo los de Estados Unidos, México, Chile, Japón, etc., y por supuesto, los dominicanos, aún no comprenden cómo es que las ondas sísmicas de cizallamiento (Vs) se desplazan a velocidades distintas en las rocas y en los suelos, y cómo es que en los suelos flexibles se amplifican localmente, aumentan su aceleración, y multiplican sus fuerzas cortantes hasta destruir aquellas edificaciones cuyos diseños estructurales nunca consideraron las máximas fuerzas sísmicas cortantes capaces de producirse ahí, generando lo que en ingeniería sísmica se denomina un dañino efecto de sitio.

Con el terremoto de Sichuán, China, colapsaron 6 mil escuelas, y con el de Haití colapsaron 5 mil, pero de seguro que si antes de esos eventos sísmicos les hubiésemos preguntado al gobierno chino y al haitiano respecto a la seguridad sísmica de sus escuelas, nos hubiesen respondido, de manera categórica, que todas eran seguras, cuando no lo eran, pues en Sichuán esperaban una aceleración sísmica máxima del suelo de 0.24g, y el terremoto produjo una aceleración sísmica de 0.80g; y en Haití esperaban una aceleración sísmica máxima del suelo de 0.16g, y se produjo una aceleración sísmica de 0.60g, lo que indica que en ambos casos subestimaron, por mucho, las aceleraciones sísmicas de los suelos y las escuelas colapsaron.

Recientemente, el Ing. Estructuralista Leonardo Reyes Madera, presidente de la Sociedad Dominicana de Sismología e Ingeniería Sísmica, y experto en el tema, presentó los resultados de una evaluación que ha hecho sobre el desempeño sísmico de unas 50 escuelas, y esos resultados son preocupantes, pero en lugar de recibir apoyo oficial, como esperaría todo profesional comprometido con su país, ha encontrado una alta resistencia a sus planteamientos, cuando lo que las autoridades debían hacer es transferir esa resistencia a las escuelas cuestionadas, para tranquilidad de todos, pues lo que Reyes Madera ha hecho, es lo que debieron hacer, las autoridades.

En la República Dominicana, y en muchas partes del mundo, las escuelas se construyen siguiendo diseños arquitectónicos de gabinete, que privilegian la elegancia y el confort de las aulas, pero ignoran la mala respuesta sísmica de los suelos flexibles donde se emplazan, lo que lleva a construir sobre rocas rígidas de excelentes respuestas sísmicas, y sobre suelos flexibles de pésimas respuesta sísmicas, olvidando que el Evangelio de Mateo, escrito hace 2 mil años, dice claramente que: “el hombre prudente construye su casa sobre la roca y el hombre insensato construye su casa sobre la arena” (Mateo 7:24-27); pero si el gobierno se ve obligado a construir sobre arcillas o arenas, entonces los diseños y los criterios constructivos deben ser diferentes cuando los suelos son diferentes.

De ahí que como estudioso de la sismicidad y la respuesta sísmica de rocas y suelos, puedo asegurar que el día que tengamos un fuerte terremoto colapsarán muchas escuelas que podrían aparentar estar bien construidas por seguir criterios tradicionales que sólo toman en cuenta el peso muerto del edificio, pero que en realidad han sido mal construidas por no entender bien la interacción entre el terremoto, el suelo y la edificación, y por subvaluar las grandes fuerzas cortantes generadas por las altas aceleraciones de suelos producidas por las ondas sísmicas de cizallamiento que, al atravesar suelos arcillosos y arenosos, se amplifican y producen muy malas respuestas sísmicas de muchas estructuras construidas sin verdaderos criterios de sismo resistencia.

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