El próximo 16 de agosto es una fecha de gran relevancia tanto por el inicio de un nuevo gobierno, como por los cambios que se suponen deben de darse en el Congreso Nacional. El inicio de una nueva legislatura y la elección de las presidencias de ambas cámaras, es una excelente oportunidad para que los legisladores se planteen con seriedad cómo lograr que el Poder Legislativo asuma el rol que le corresponde desempeñar en el sistema político dominicano.
Lamentablemente, en nuestro país se han desnaturalizado las funciones del Congreso Nacional. Esta institución se ha reducido a una instancia para el ejercicio del más descarado clientelismo político, a través de los denominados fondos para ayudas sociales, más popularmente conocidos como cofrecito y barrilito. Por otro lado, se ha hecho del Congreso una fuente de negociación y enriquecimiento, como lo constituye el privilegio de las exoneraciones de vehículos de lujo cada dos años. Este tipo de prácticas tienen que ser definitivamente erradicadas, para que el Congreso pueda recuperar su solemnidad.
Es necesario recordar que el Congreso Nacional tiene tres funciones fundamentales. La primera es la de conocer y aprobar las leyes que rigen en el país, la cual es conocida como la función de legislar. La segunda tarea fundamental de los legisladores es la de dar seguimiento y controlar las acciones del Poder Ejecutivo, esta se conoce como la función de fiscalización. Por último, los congresistas tienen el deber de representar los intereses de los ciudadanos en el desempeño de sus funciones, a esta responsabilidad se le denomina función de representación.
Hoy en día, la tarea fundamental que tienen los legisladores es la de servir de freno y contrapeso al Poder Ejecutivo. El legislador tiene el deber de velar que la misión y el ejercicio público del Presidente de la República y de los distintos funcionarios del Estado respondan a los intereses y expectativas de la ciudadanía. Por ello, la Constitución establece como obligación del Poder Ejecutivo y de los distintos servidores públicos, la rendición de cuentas periódica ante el Congreso Nacional.
Para que la República Dominicana pueda consolidar su democracia y pueda avanzar hacia la constitución de un sistema político y social que reconozca los derechos fundamentales de la gente, se requiere de un Congreso Nacional que desempeñe su rol en materia de aprobación de nuevas leyes y de representación, pero sobre todo de fiscalización y control de las distintas instituciones del Estado. Sólo de esta manera se pueden mejorar las condiciones de vida de los dominicanos y las dominicanas.
