Salud en su gerencia actual

La eficaz dirección y gestión del Estado dominicano tiene en la salud uno de sus más trascendentales desafíos. ¿Cuál es el compromiso de un gobierno, si no es, primero, que todos los ciudadanos y ciudadanas tengan un buen servicio de salud?

La eficaz dirección y gestión del Estado dominicano tiene en la salud uno de sus más trascendentales desafíos. ¿Cuál es el compromiso de un gobierno, si no es, primero, que todos los ciudadanos y ciudadanas tengan un buen servicio de salud?

Distintos diagnósticos del sector salud muestran una situación de verdadera calamidad pública. Se está dejando morir a las personas. Son ya demasiado frecuentes los casos de muertes evitables o grandes secuelas en la integridad física y mental resultado de injustificables fallas.

Los estudios nacionales e internacionales concuerdan plenamente con lo dicho y existen irrefutables testimonios como los del Presidente de la República cuando describió en los siguientes términos una de las escenas: “veinte pacientes en condiciones infrahumanas en una habitación con un solo baño”, en una visita sorpresa a “El Darío”. Y no es sólo un problema financiero, es tanto o más un problema de organización y gestión.

Dos indicadores de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en el documento Salud en las Américas 2012 son la más alta expresión de lo que sucede: el promedio para América Latina y el Caribe de mortalidad infantil por 1,000 nacidos vivos es de 15.6, mientras que para la República Dominicana es de 26.9; y en mortalidad materna, mientras el promedio es de 69.4, por 100 mil nacidos vivos, para la República Dominicana es de 106.3.

Si bien no es posible revertir en 13 meses la situación descrita, no se están enfrentando los problemas sustantivos. La ley general de salud dispone desde hace 12 años la separación de funciones para que el Ministerio de Salud concentre sus actividades en rectoría, regulación y supervisión y no en la provisión de servicios y financiamiento como aún se hace. 

Además, que el Consejo Nacional de la Seguridad Social (CNSS) haga por fin realidad el modelo de gestión del Seguro Familiar de Salud con el primer nivel de atención como puerta de entrada. También, que al régimen subsidiado se le otorgue la cápita que ha de corresponderle y libertad de elección a sus afiliados.

A partir de tales cambios, médicos, enfermeras y bioanalistas mejorarían sustancialmente sus remuneraciones; pero los líderes gremiales llamados a hacer grandes contribuciones no se detienen a estudiar la compleja realidad y a aportar soluciones creativas, sino que vuelven a las injustas huelgas que en décadas no han transformado las condiciones de vida y de trabajo de tan valiosos profesionales.

La organización y gestión es un ineludible camino hacia la solución de los inaplazables problemas del sector salud. Hay que mirar hacia allá.

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