Seamos claros desde el principio: LeBron Raymone James es el nuevo dueño de la liga que a nivel mundial conocemos como NBA. Humillado Oklahoma City Thunder hasta la saciedad el pasado jueves, Miami logró reír de último y llegó el anillo para James, quien demostró ser por mucho el mejor jugador del planeta.
Usted no puede ser rey sin corona. No se manda ni en el patio de una humilde vivienda o en la suntuosidad de una residencia cinco estrellas sin el diploma que le acredita como ganador.
La historia de los deportes conoce a buenos, estrellas y grandes. Dentro de los últimos, hay quienes tienen el asterisco de no haber ganado en el juego que concede el paso a la gloria.
Y están los que se introducen con una retahíla de hazañas más el siempre valioso detalle de ser campeón al menos una vez en su vida.
LeBron ingresó a la casta sagrada. El futuro le espera con brisas promisorias para crear un legado, pero para no irrespetar a la competencia, el enfoque se queda en su logro reciente y el hecho de quitarse un gorila de la espalda.
Sucumbir ante la presión no fue opción para LeBron. Ese impuesto le tocó a Oklahoma como parte de su noviciado en el gran baile del mejor baloncesto del mundo.
Los seguidores de James, dignos de felicitar por el valor espartano de defender a capa y espada al hombre más atacado en los últimos años en deporte alguno, poseen los derechos de blasonar hasta las finales de la venidera campaña.
Pueden gritar que “su gallo” es lo máximo. Sin dudas.
No soy un admirador de LeBron James. Pero una cosa es que no te guste un atleta y la otra respetarlo como se lo merece. Salve al Rey James. Clase de show que montó a la hora de la verdad.
Apunte esto
Entre Fausto Arnaldo Pacheco Belliard y Peter Polanco habrá fiesta para rato por el triunfo de Miami… Una pregunta, ¿en qué estamos para el Clásico Mundial de Béisbol? Eso va como lento… Roger Clemens ganó su batalla judicial, pero no creo que tenga nada seguro en el Salón de la Fama… Esa es otra batalla que debe lidiar.
