San José de las Matas y su Cooperativa

Propio de un estudio, el fenómeno de la particular simbiosis entre una población (hombres, mujeres, adolescentes, niños) con una institución, entes que laten al mismo ritmo. La Cooperativa San José y el pueblo que le sirvió de cuna, se entrelazan&#8

Propio de un estudio, el fenómeno de la particular simbiosis entre una población (hombres, mujeres, adolescentes, niños) con una institución, entes que laten al mismo ritmo. La Cooperativa San José y el pueblo que le sirvió de cuna, se entrelazan de manera tal, que resulta difícil al forastero saber dónde comienza una y dónde termina el otro. No basta que Sajoma sea el municipio más grande de la provincia Santiago, ocupando más del 50% de ella y también el de más extensión del país, con más de 1,500 km2 de superficie; ni que se ubique en la vertiente norte de la cordillera Central, en la sierra, como indican sus propios moradores; que goce de un benigno clima con temperaturas frescas, propias de los algo más de 523 m de altura sobre el nivel del mar; que alguna vez fue utilizado como “sanatorio” natural, en las épocas de la tuberculosis; tampoco que fue fundada en los alrededores del 1606, cuando las llamadas Devastaciones de Osorio y el obligado traslado de hatos y poblaciones, por orden del reinante Felipe III; ni que allí ocurriera el primer gran crimen de Trujillo, al asesinar a Virgilio Martínez Reyna y a su esposa embarazada, apenas 15 días después de inaugurado su gobierno; que el propio Trujillo la designó sede del Ejecutivo cuando gobernó en un tiempo desde la mansión que heredó del gobierno de Horacio Vásquez;  que Manolo Tavárez lo escogiera para iniciar su rebelión de Las Manaclas; nada de esto explica el enorme éxito que ha tenido la Cooperativa San José ni de la identificación de cada “matense” con la institución de la que se siente dueño, protector y continuador. La semilla que plantó el padre Carlos A. Guillot, y el impulso del padre Pablo Steele, ambos misioneros del Sagrado Corazón, y provenientes de Canadá, evolucionó desde aquel memorable 17 de febrero de 1951, cuando constituida por 16 miembros, recabaron un ahorro inicial de RD$1.30, aporte de tres personas, al emporio que es hoy.

Historia cierta y viva, es orgulloso génesis de quienes creyeron en sí mismos, aun dentro de enormes carencias, con una población con cultura del ahorro, del sentido de la fidelidad al lar nativo, que emigra pero deja su corazón amarrado al lugar donde le cortaron el ombligo y que trabaja y vive, soñando regresar.
Esto sin querer encontrar “razones” que den certeza del porqué los directivos quedan “enredados” en las raíces de un cooperativismo pragmático y de éxitos tangibles, de los motivos  que hacen que cada empleado viva un contagioso sentido de identidad, propio de mística religiosa, pero más que nada, porqué cada ciudadano siente como parte de él, la Cooperativa. Manifiestan cómo ha influido esta en la calidad de vida de cada socio, con expresiones de tonalidades individuales, coinciden en que es la madre del progreso personal y  el del propio pueblo y la asocian al porvenir. El éxito no se perdona y de allí las críticas y reproches….

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