SANTIAGO. El Senador por la Provincia de Santiago, Julio César Valentín, mostró preocupación por la demolición de la vivienda del héroe restaurador Teodoro Gómez, destruida recientemente, lo cual constituye una pérdida irreparable para el patrimonio cultural y monumental de esta ciudad.
La vivienda, ubicada en la esquina formada por las calles Cuba y Dr. Eldon del sector Los Pepines de Santiago formaba parte del patrimonio nacional. Se agrega a su valor histórico su valor cultural, porque fue la vivienda donde nació el distinguido artista nuestro Juan Bautista Gómez y en ella vivió a su regreso de Europa. En la misma impartió lecciones al maestro Yoryi Morel. Igualmente, la vivienda, junto al frondoso Flamboyán, aparece en numerosas obras del maestro Yoryi Morel, a quien le sirvió de inspiración tras las horas de formación con Juan Bautista Gómez.
Valentín destacó que el patrimonio cultural de la nación es sagrado, ya que cuenta la historia de un país y debe ser salvaguardado por el Estado, que debe garantizar su protección y puesta en valor.
«En los países desarrollados, el patrimonio cultural se preserva con miras a mostrar un legado histórico y a atraer un turismo que visita las ciudades en procura de conocer su historia y sus edificaciones patrimoniales. Son el atractivo que ofrecen las naciones frente al mundo y nosotros no podemos seguir destruyendo el patrimonio cultural de la ciudad de Santiago y del país», dijo.
«De manera particular, en Santiago en los últimos años ha sido significativa la destrucción de su patrimonio y, de seguir esta práctica, los planes de ciudad turística, se verán severamente afectados, ya que cada día tenemos menos que mostrar a nuestros visitantes», agregó.
Valentín reaccionó indignado ante la falta de consciencia y visión en torno al real e incalculable valor que posee el patrimonio cultural de una ciudad que pretende trascender internacionalmente, pero que requiere de su patrimonio como eje vital para conformar y mostrar su identidad y su cultura.
Ese inmueble con techo de zinc a cuatro aguas y mampostería de ladrillo, con características arquitectónicas muy peculiares de la época de su construcción hace ya casi 200 años, era a su vez una de las únicas dos viviendas que sobrevivieron al incendio de 1863. Había sido declarada por el Poder Ejecutivo como patrimonio nacional arquitectónico, mediante decreto 172-91.
