¿Se imagina vivir mucho más de 100 años? Algunos expertos afirman que los avances científicos permitirán algún día que los humanos vivan varias décadas más de lo que actualmente se cree que es el límite natural de la esperanza de vida del hombre.
El ser humano puede vivir 130 años si solo dependiera de sus genes. El disco duro del hombre está programado para superar el siglo de vida, pero los factores ambientales hacen que raramente se supere el centenar de años. Y el principal factor es la nutrición.
La utopía sería que todos los humanos ingiriesen la cantidad de alimentos necesarios para lograr la mayor longevidad posible y rozar esa cifra mágica de los 130 años; pero también tiene como objetivo lograr que los pacientes se alimenten bien y no hagan caso de las dietas milagro.
En este punto la alimentación juega un rol clave y se postula que para lograr una mayor esperanza de vida y mayor longevidad, el consumo de frutas, hortalizas, verduras y leguminosas es fundamental por su aporte de antioxidantes y otras sustancias generadoras de compuestos antioxidantes los cuales son esenciales para el equilibrio oxidativo del organismo y la prevención del envejecimiento prematuro y acelerado.
Se sabe que si se comen más verduras hay menos opciones de padecer cáncer. Otros alimentos, como el ajo, son buenos para evitar el cáncer colorrectal; el curry para el cáncer de colon o el brócoli para evitar el cáncer de mama. Así hasta saber, como si fuera un rompecabezas qué es lo mejor para cada cuerpo humano.
Incluso con el estilo de vida más saludable y la reducción de las enfermedades, el fallo del cerebro y de otros órganos acabaría matando a todos los humanos. Cualquier ampliación significativa de la esperanza de vida de los humanos depende de la modificación de la herencia genética.
Finalmente, debido a que una de las teoría del envejecimiento más aceptada asocia este proceso a un daño oxidativo que activa gran formación de radicales libres que provocan daño celular y deficiente disponibilidad de antioxidantes, generaría estrés oxidativo, el cual no sólo se asociaría al envejecimiento, sino también a enfermedades degenerativas que tienden a aparecer mayormente después de los 40 años.