Sin desvaríos

Se tomó el tiempo necesario para embollar el trompo, y lo hizo tan bien que todos están bailando a su ritmo. Así gobierna Danilo Medina a punto de cumplir dos años de gestión, en la cresta de la popularidad.Esa aprobación de todos,…

Se tomó el tiempo necesario para embollar el trompo, y lo hizo tan bien que todos están bailando a su ritmo. Así gobierna Danilo Medina a punto de cumplir dos años de gestión, en la cresta de la popularidad.

Esa aprobación de todos, y no hablamos necesariamente del proyecto de ley de naturalización, sino de su accionar gubernamental, es lo que lleva a algunas personas a plantear la reelección presidencial.

Es que Medina ha sintonizado con los grupos poblacionales en la forma y en el fondo de hacer gobierno. Es verdad que tiene un fuerte apoyo mediático, especialmente de corte difusionista, pero no hay propaganda a la que se pueda atribuir su carrera exitosa.

El mandatario está corriendo sobre sus hechos, lo que hace cada día, para una inmensa capa de la población más que convincente. El centro de la cuestión es hacerlo bien, y si ocurre algún error, corregirlo de inmediato.

Hacerlo bien es hablar con las personas, es escucharlas, saber lo que desean, lo que aspiran y encontrar con ellas posibles soluciones. No pinta pajaritos en el aire. Sabe decir que no, o que ciertas obras no se pueden realizar tan rápido.

Con los pies en la tierra.
El proyecto de naturalización es su último jonronazo. Un apoyo generalizado que hábilmente buscó y comprometió, pero al mismo tiempo, elaborado con sencillez, alto sentido común y vinculación certera con la normativa constitucional.

Viendo a Medina hacia el porvenir, es muy manifiesto que tiene un reto tremendo: superarse a sí mismo.

El presidente Medina tiene pendiente de su período dos años y tres meses. Es el tiempo más difícil para los gobernantes, porque tradicionalmente se entiende que empieza la etapa de desgaste, de cansancio.

Asimismo, quienes acompañan a los estadistas empiezan a descubrir que el tiempo termina y quisieran continuar. Se destapan ciertos demonios y el buen gobierno se pone a riesgo.

Medina, con las destrezas tácticas y estratégicas que ha mostrado, no debe perder el rumbo ni llevarse de los áulicos y adulones. Lo importante es la meta propuesta, sin desvaríos. l

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