Rodolfo Espinal contó recientemente a elCaribe que hace años aprendió que no tenía de qué quejarse, sacudido por una escena desgarradora de pobreza en India.

Actualmente turistas de países ricos compran paquetes para conocer sitios como las favelas brasileñas, motivados en que adentrados en la necesidad ajena, aquilatarán mejor su privilegiada condición humana. Son estampas aleccionadoras para la persona común, que se esfuerza por conquistar aspiraciones, pero se angustia por dificultades o si las realizaciones no alcanzan las expectativas.

De abandonar un tanto el individualismo, valoraremos lo que somos y tenemos. Yo incorporo gradualmente la convicción de Rodolfo. No tengo de qué quejarme y encuentro las razones en mi mismo país.

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