Haití tratará mañana de formalizar un protocolo que certifique la celebración de unas votaciones para superar la provisionalidad tras la salida de Michel Martelly en el 2015.
Bajo el mejor auspicio posible del presidente interino Jocelerme Privert los haitianos están citados, pero el clima predominante oscila entre abulia, desesperanza y un deterioro socioeconómico agravado tras el paso del huracán Matthew.
Aunque no faltan voces amenazadoras, esta vez en víspera de las elecciones no se percibe el cuadro de agitación, tensión y potencial violencia de otros tiempos. Los avatares, entre desastre natural y epidemias, parecería que han bajado la impetuosa tendencia al caos.
Los haitianos concurren a lo que podría ser un ritual obligado para ver si encuentran el sendero institucional después de las sucesivas postergaciones. El último intento se lo llevaron los vientos de Matthew y ahora, en medio de todas las limitaciones materiales, que van desde las precariedades y fragilidades de los sitios de votación, pese a las 250 escuelas que se rehabilitaron para alojar mesas, se agregan las aguas que igual que en República Dominicana azotan la costa norte.
Veintisiete aspirantes a la Presidencia compiten por la primacía. Los dos más votados deberán verse de nuevo el 29 de enero, lo que es casi seguro, porque las encuestas, muy cuestionadas, no definen claramente una tendencia ganadora. También deben ser escogidos 16 senadores y 25 diputados.
El deseo de todo el mundo es que Haití salga lo más airoso posible de este nuevo intento. Que termine la eterna provisionalidad y deje en el pasado el desastroso resultado de las elecciones del 4 de octubre del 2015, que debieron ser anuladas por múltiples alegaciones de fraude.
Ahora el presidente Privert muestra una positiva actitud para que las votaciones se efectúen en paz. Es lo que muestra su accionar reafirmado en el más reciente discurso esta semana.
Suerte a los haitianos en esta prueba en la búsqueda de la estabilidad y la paz.
