No suma cero

Es asunto de juegos y también de cosas serias, como mi ganancia de un día, por equívoco mío, cuando el viernes pasado creí era sábado. Usé el ganado día para aprender lo dejado al tiempo. Hallé de los cientistas de hoy la misma…

Es asunto de juegos y también de cosas serias, como mi ganancia de un día, por equívoco mío, cuando el viernes pasado creí era sábado. Usé el ganado día para aprender lo dejado al tiempo.

Hallé de los cientistas de hoy la misma preocupación que ocupaba a los de las nuevas profesiones de mediados del siglo pasado. Difiere el problema en mi infantilidad científica por la premisa requerida y el pronóstico social.

Fue mi juventud época de optimismo revolucionario, de esperanzas de conquistar un mundo lleno de felicidad y abundancia mediante la aplicación de tecnologías capaces de realizarlas ad perpetuum para beneficio social, mientra entregásemos como felicidad a nuestros hijos carnales sus notas de colegio, y sobre el fruto de nuestro descubrimiento, la tecnología.

Hoy se sabe que el hallazgo de la relación entre oferta y demanda, la que postuló Adam Smith en su obra, “La riqueza de las naciones”, no es el precio de mercado que simultáneamente produjera la mayor satisfacción al comprador y los máximos ingresos netos al productor.

Es que al concepto de la economía clásica, con sus limitaciones matemáticas para definir una situación en un instante que pertenece al pasado, se ha incorporado un mecanismo dinámico capaz de predecir el trayecto de las funciones de producción y de consumo, y se han estado estudiando ambos trayectos entre los productos y los consumos con suficiente importancia o peso vital como para que las discrepancias pudieren marcar importantes diferencias en el futuro de la historia humana, incluyendo la mera supervivencia del planeta y de la especie humana.

Pero qué decir, sobre hacer. Descubrir de pronto que tal como está ahora, el planeta no puede producir suficientes energéticos tradicionales para la alimentación humana, como arroz, yuca, trigo, papa, etc. para ser mercadeados a precios que permitan su compra por segmentos de consumidores tradicionales, o simplemente morir inanes, es una grave sentencia que obliga a un segmento social a subvencionar la alimentación, cuando el sector dominante nunca ha pagado a su empleomanía ni siquiera el costo de oportunidad de ese factor de producción.

La ciencia y la tecnología de hoy que evalúa el futuro, hasta para nosotros ignorantes de las ciencias físicas y químicas, nos entrega una visión amenazante sobre la actividad humana, pues desafortunadamente no hemos aprendido a tener conciencia sobra la conservación de nuestro hábitat.

Seguimos pensando y actuando como si no hubieran límites para la función de producción, mucho menos para el consumo. Pero el planeta nuestro es espacio físico. Piense usted. Y haga lo que su conciencia le dicte. l

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