Taberna y otros lugares (6 de 6)

La riqueza conceptual del poema “Taberna” es tal que no se deja sorprender más que a retazos, pero son esos mismos retazos los que iluminan las galerías del laberinto y permiten vislumbrar poco a poco el sentido fragmentario y disperso y los…

La riqueza conceptual del poema “Taberna” es tal que no se deja sorprender más que a retazos, pero son esos mismos retazos los que iluminan las galerías del laberinto y permiten vislumbrar poco a poco el sentido fragmentario y disperso y los fragmentos dispersos de sentido, hasta complementar la fachada del edificio (verdadera mole arquitectónica que, con sus merecidas diferencias, trae a la memoria la soberbia estructura de “El sonido y la furia” de William Faulkner).

A ratos, el aparente caos conversatorio impide vislumbrar un orden que no apunte al inminente derrumbe político y moral. La desazón del poeta se abre paso y se deja sentir amarga y sola:

MONOS CIEGOS BUSCANDO CON LA BOCA / EL FLACO PECHO DE LA VIDA, SOMOS. / PEDIMOS LA LECHE DE LA CONCIENCIA / Y SOLO NOS SEÑALAN SU PRECIO ALTÍSIMO, / INALCANZABLE COMO EL SINIESTRO AMOR / ENTRE HERMANOS.

Sin embargo, a pesar de estos devaneos nihilistas, el poeta vuelve a levantar cabeza, tratando de recobrar su confianza en algún mundo posible y ponerse al servicio de una idea:

TENER UN EJE EN LA VIDA ES LO MÁS IMPORTANTE DEL MUNDO, / LA PRUEBA ESTA EN QUE EL MUNDO TIENE TAMBIÉN EL SUYO:

En un momento de mayor entusiasmo, declarará jubiloso:

TENER FE ES LA MEJOR AUDACIA / Y LA AUDACIA ES BELLÍSIMA.
Como se puede haber notado, el pensamiento de Dalton procede por síntesis binaria, pasando constantemente del positivo al negativo, cual corriente alterna. Es por eso que, un segundo más adelante, cede a la presión de la realidad y se deprime (o se desploma), y a manera de contrapunto lo escuchamos desinflado y quejoso:

Pero es que la Humanidad es un concepto para onanistas. / Porque no hay héroes posibles / cuando la tempestad ocurre / en un oscuro mar de mierda.
Llegados a este punto álgido, nadie puede negar encontrarse en una encrucijada político-semántica. El poema se mantiene en una fase de negación o crítica feroz de la realidad socialista y de la misma teoría. Y si la sociedad praguense puede ser asimilada a una taberna, el ultraizquierdismo oriental no merece tratamiento de mayor respeto:

E incluso, en otro momento de crisis, se permitirá ejercer el derecho a la duda en contra del Máximo Teórico:

Y ya que hablamos de eso, pregunto: / los días / de la totalidad, los siglos / del dulce hartazgo, / los milenios de la alegría obligatoria: / son una suerte de obscena promesa / hecha por alguien que nos conoce el lado flaco?
La herejía es tan evidente que -al decir de Armijo- “la sorpresa, la ofuscación asaltan al lector” (y al crítico). Invadido entonces por la ira y el terror, el tragabalas de Armijo se lleva las manos a la ortodoxa pelambre y pregunta escandalizado: “dónde el poeta revolucionario que contribuye a transformar el mundo”.

En verdad, la clave del problema está dada por la lucidez con que Dalton sobrelleva sus contracciones: lucidez que lo obliga en todo momento a ser honesto consigo mismo, aunque le duela serlo y aunque al hacerlo se toque una llaga ideológica.

Es por ello que López Vallecillos nos habla de un enfrentamiento de Dalton con sus propios intereses. No cabe duda que “Taberna…” es un verdadero “juego de espejos” en que el poeta es a la vez lanzador, receptor, bateador y corredor de “malabarismos conceptuales” que no siempre caen dentro de su propio campo de acción y dominio.

Pero como podía ser de otra manera, tratándose de una persona que piensa como Gramsci que “la verdad es siempre revolucionaria”, y que incluso ha expresado este criterio en los versos memorables de “A muerte fiel a muerte convidada”. Cierto que la visión que ofrece Dalton de Praga y de algunos aspectos del socialismo es, francamente, desoladora, acremente crítica. Y tiene razón por una vez Armijo cuando afirma que “Por momentos ‘Taberna’ objetiviza con claridad el esquema de una sociedad en crisis con sus propios valores. Una sociedad que supervive sin raíces penetrantes y fuertes. Da la impresión de una nave a merced de vientos adversos o presagiosos”’. Sin embargo, la inquietud de Armijo es ociosa por esa misma razón que apunta. Al fin y al cabo, el poeta aspira a un cambio a partir del conocimiento de los males. Y solo una actitud reflexiva y alerta y siempre crítica puede garantizar el surgimiento de un pensamiento generador de la acción transformadora. Tal es la actitud vertical -incorregible- de un Roque Dalton que no respeta valores establecidos y hace tabula rasa de cañones decrépitos, incendia mitos, destruye tabúes y mentiras convencionales (así sean las suyas propias). Y en fin, aterroriza, dinamita, lapida, y como aprendiz de brujo demuestra no tener fe en ciertas metalurgias.

¿Dónde el poeta revolucionario que contribuye a transformar el mundo?
Precisamente en esta visión antimierdosa y antistalinosa de la realidad socialista. En su actitud responsable frente a una burda publicidad que pretende la existencia de un socialismo edulcorado y sin problemas (cosa que además sería contraria a su idea del comunismo como sustituto general de la aspirina).

Podría pensarse que detrás de la crítica libertina se oculta o disimula la actitud cobarde del nihilista solapado o confeso. ¡Pero no se engañe nadie! Por fortuna
Dalton nunca se permitió sufrir de daltonismo político, como él mismo confesara en un citado artículo sobre Lenin. Sus juicios sobre el socialismo reflejan la concepción vital de alguien que, simplemente, no se arredra ante las críticas que provienen de la propia realidad. Nunca se insistirá bastante en que la actitud militante revolucionaria y la actitud de duda metódica no son elementos recíprocamente excluyentes, sino polos de una misma dialéctica. Y, en definitiva, adviértase que la actitud de Dalton es la misma actitud “maniática” de Me-Ti, el fabuloso personaje brechtiano de “El libro de las mutaciones” que al ser cuestionado a propósito de sus desconfianzas y dudas, se justifica explicando: “Una sola cosa me autoriza a decir que soy verdaderamente un adepto del Gran Orden: haberlo puesto en discusión muchas veces”.

Por otra parte, el diagnóstico de Dalton sobre la salud del socialismo en Checoslovaquia no resultó, a la luz de los hechos posteriores, aventurado ni caprichoso.

Que la sociedad praguense estaba enferma y en conflicto consigo misma, era algo que debía demostrar en la primavera del 68 el experimento de Dubcek, pujante movimiento renovador y rejuvenecedor, aplastado miserablemente por los tanques soviéticos.

“Taberna…” es, sin lugar a dudas, un momento de definiciones en la vida y en la poesía de Dalton. Definición de causas, definición de efecto, definición de límites propios, definición del área de validez y funcionalidad de un cierto marco teórico.
Por eso se ha dicho que “Taberna…” da el boceto de una sociedad, pero más que nada el boceto de una situación y de una condición humana. Vale decir, boceto meditación acerca del sentido del socialismo -no solo en Praga-. A tales preocupaciones corresponde una nueva toma de posición mas despierta y consciente. No es casual que el nudo más dramático del poema se desate cuando -por encima de las disquisiciones de los filósofos de taberna- alguien deja escuchar esta reflexión tajante: Ironizar sobre el socialismo / parece ser aquí un buen digestivo, / pero te juro en mi país / primero hay que conseguirse la cena.

A partir de este momento, el libertinaje crítico se orienta en pos de una salida declaradamente no nihilista. Da la impresión de que en el escenario de “Taberna…” ha ocurrido algo así como un quebradero de vasos y un silencio. Se ha producido un llamado al orden, una vuelta a la realidad, un descenso del cielo a la tierra, un alto al relajo, un decir jodidos pero presentes. Alguien ha levantado una verdad del tamaño de una montaña que no puede ser pasada por alto. Es cierto que el socialismo planifica el dolor de cabeza y no lo quita, es cierto que el partido no tiene sentido del humor y que hay que prevenirse por las dudas comprando una pistola. Pero todo esto no justifica una salida vergonzante hacia el reino de los renegados. Al contrario, lo que lo anima ahora al poeta es la búsquela de una opción más radical expresada en estos “versos tremendos, centelleantes, en los que se encuentra la definición de su conducta revolucionaria”:

Lo único que sí puedo decirte es que / la única organización pura que / va quedando en el mundo de los hombres / es la guerrilla.

Alguien pregunta del otro lado: ¿para qué clase de mundo?”. Y el poeta, o su alter ego, responde entre metafísico y burlón:

AH, EXTRAVIADO /ASÍ COMO LA BLASFEMIA ES LA RATIFICACIÓN DE DIOS, / EL ANARQUISMO ES LA RATIFICACIÓN DE UN ORDEN QUE SE MUERE / DE RISA. / ESCOGER ENTRE LOS MUNDOS POSIBLES: HE AHÍ EL CASTIGO DIVINO.

Sin ningún género de duda, el poeta Dalton había escogido ya y desde siempre entre los mundos posibles. De aquí el salto automático del Partido Comunista Salvadoreño al ultraizquierdista Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). De aquí la aceptación estoica de ese su destino, cumplido en la puntualidad de la tragedia. De aquí su muerte kavkiana. De aquí -como ya se dijo- la enésima demostración de que un poeta puede ser tan coherente como sus palabras.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas