El tedio

La experiencia y secuela que nos ha dejado la campaña electoral nos está reafirmando que hemos entrado en una especie de tedio total.…

La experiencia y secuela que nos ha dejado la campaña electoral nos está reafirmando que hemos entrado en una especie de tedio total. Los que hicieron alhacara, bulla peinadora, encuestas y sondeos son los primeros que forman parte de ese tedio mortal que está arropando la dominicanidad. La experiencia de vivir aquí y ahora. A veces parece ser desgano, falta de voluntad, o como decía Lacán “una angustia que imposibilita poner en palabras lo que se siente, una parálisis del alma, la experiencia de lo real…”.

Hay mucho en todo ese tedio y ese dejar pasar, del olvido del otro. La experiencia del otro es vital para ser uno, sin el otro no hay el uno, la otredad incluye al yo. Y aquí y ahora parece que sólo importa el uno que resuelve sus cotidianidades prescindiendo de todos los demás, y de todo. Porque no parece vislumbrarse una bofetada certera que nos despierte hacia la creatividad, hacia el hacer, hacia la dominicanidad tan promovida sólo en comerciales para vender teléfonos, cervezas o cualquier otra baratija.

Nos hemos uniformado en ninguna ideología, en ninguna creencia, en ningún trabajo. Nos hemos uniformado en dejar que “otros inventen”, y así nos va. Un fluir en círculo, en pesadez de espíritu vacuo, en Ramón López quintaesenciado.
Nuestras jornadas se están organizando en un ritmo sin rigidez, pero amorfo. Un ritmo que tiene más que ver con la inercia que con la vibración mental o corporal ante la música o las ideas. Las necesidades inmediatas se resuelven para no sucumbir, pero sucumbiendo en la abstracción de una dominicanidad vacua, de pacotilla, de eslogan de creativo seco de ideas.

La ilusión de un nuevo gobierno parece no ilusionar como debiera. Es que parece ser más de lo mismo. Ahora toca barajar nombres y ministerios. Más de lo mismo. Ahora toca el pasar factura para hacer lo que siempre se ha hecho. Ahora toca ver si es verdad que nuestra generación ha fracasado. Los que vivimos la ilusión cultural, política y romántica de los años 70 ya tenemos entre 50 y 65 años, y somos a quienes ven los que tienen menos de 25, como sus líderes y administradores.

Que no perezca en el tedio Dominicana. Que no perezca una generación que pasaba calor en el cine de la UASD o en el Capitolio. Una generación que más que fracaso de su proyecto vital, está teniendo éxito en lo tedioso que somos como éste artículo. Baudelaire nos visualizó hace ya tiempo “Tercos en los pecados, laxos en los propósitos, con creces nos hacemos pagar lo confesado y tornamos alegres al lodoso camino creyendo en viles lágrimas”.

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