El terremoto del 4 de agosto de 1946

En la presente semana se cumplirán 70 años del más fuerte terremoto que haya sido registrado instrumentalmente en la República Dominicana, ya que el domingo 4 de agosto de 1946 se produjo un fuerte terremoto, de magnitud 8.1, con epicentro en…

En la presente semana se cumplirán 70 años del más fuerte terremoto que haya sido registrado instrumentalmente en la República Dominicana, ya que el domingo 4 de agosto de 1946 se produjo un fuerte terremoto, de magnitud 8.1, con epicentro en la bahía Escocesa, cerca de las costas de Nagua y Las Terrenas, el cual fue sentido en Miches, Sabana de la Mar, Samaná, Sánchez, Nagua, Río San Juan, Sosúa, Puerto Plata, Luperón, Santiago, Valverde, Villa Vásquez, Monte Cristi, Dajabón, Elías Piña, San Juan de la Maguana, Azua, San Cristóbal, Santo Domingo, Villa Mella, Monte Plata, San Pedro, La Romana e Higüey, y se dice que desde todos los puntos de la isla se reportaron fuertes sacudidas, agrietamientos y colapsos de viviendas, quedando la ciudad de Santiago muy dañada por estar levantada sobre suelos arcillosos de muy mala respuesta sísmica.

Los reportes de la época indican que los poblados más afectados fueron Matanzas, Nagua, El Juncal, Punta Morón, Las Cañitas, El Bajío, Sánchez, Samaná, Sabana de la Mar, Miches, Cabrera, Río San Juan y Sosúa, por ser los más cercanos al epicentro, y por ser pueblos costeros que fueron afectados directamente por el mayor tsunami que hayamos tenido desde que llevamos registros históricos, ya que los pocos sobrevivientes de Matanzas recuerdan que las olas que entraron a esa comunidad costera tenían hasta 10 metros de altura, similares a la altura de las olas del tsunami que el 11 de marzo de 2011 mató a 28,000 japoneses en Sendai, Japón, y si en Matanzas no hubo tantas muertes como en Japón se debió a que en 1946 Matanzas era una comunidad de apenas 2,000 personas, de las cuales murieron unas 1,800, es decir, el 90% de la población total.

En muchas de las partes bajas de la costa Noreste del país el mar penetró grandes distancias arrasando todo a su paso, incluyendo viviendas, escuelas, iglesias y árboles, aguas que dejaron grandes lagunas saladas en las depresiones topográficas interiores, además de que el mar aprovechó las desembocaduras de los ríos caudalosos, como el río Boba y el río Nagua, para penetrar libremente por esos cauces abiertos y así llegar mucho más lejos tierra adentro y dañar todo lo que estaba cerca de esos cauces.

Muchas zonas arcillosas de la costa Norte y del Cibao quedaron muy dañadas y muy abiertas, y así lo confirma doña Cora Llibre, quien para ese entonces era una niña de 11 años que vivía con sus padres en la comunidad de Sosúa, y quien recuerda perfectamente ir caminando por un pequeño sendero y ver la tierra abrirse totalmente por los efectos del terremoto, hecho que fue puesto en dudas en ese entonces por su madre, por entender que el pánico colectivo hacía que la gente magnificara los efectos del fuerte terremoto, pero en realidad las ondas sísmicas de corte (Vs) son capaces de abrir el suelo arcilloso y de tragarse personas, autos, animales, árboles o cualquier cosa que esté cerca, tal y como ocurrió el pasado 16 de abril de 2016 en Ecuador, donde autos que transitaban normalmente por las carreteras al norte de Porto Viejo fueron tragados por completo por una tierra que se abría ante ellos sin previo aviso. Imagínese usted el gran susto que sufre una persona que va conduciendo su auto tranquilamente por una carretera, y de repente la carretera se abre y se lo traga. Mejor no pensarlo.

Sin embargo, es importante aclarar que ese terrible efecto de la tierra que se abre durante un fuerte terremoto y se traga todo lo que esté cerca, sólo ocurre sobre suelos arcillosos y limosos, es decir, sobre suelos finos, ya que nunca ocurre sobre las rocas rígidas como las calizas coralinas de las ciudades de Santo Domingo, Boca Chica, San Pedro de Macorís, La Romana, Punta Cana y Bávaro, aunque no podemos dejar de mencionar el temible efecto sísmico de la licuefacción que se produce en las arenas finas, sueltas, y saturadas de agua, las que al momento del sismo se comportan como un géiser de arena y agua que al expulsar el agua intersticial pierde volumen interior, y el reacomodamiento de las partículas de arenas se traga una parte de las bases de cualquier edificio grande o pequeño, efecto que puede ocurrir en Las Terrenas, en Miches, y Sabana de la Mar.

Al cumplirse 70 años del gran terremoto de Nagua sugerimos al Gobierno iniciar un programa de educación a la población para que la gente aprenda qué hacer antes, durante y después de un fuerte terremoto.

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