Terroristas del volante

El título que cobija este artículo es quizás la mejor forma de resumir en gran medida mi sentimiento de indignación, por referirme nuevamente a una situación que debería mantenernos en atención permanente.

El título que cobija este artículo es quizás la mejor forma de resumir en gran medida mi sentimiento de indignación, por referirme nuevamente a una situación que debería mantenernos en atención permanente.Hablo del flagelo de los accidentes de tránsito y sus devastadoras secuelas. Se trata de un problema al que las autoridades todavía no han podido enfrentar con un plan que al menos sirva para reducir al mínimo las muertes causadas por su causa.

Particularmente, me preocupa que los accidentes de tránsito se conviertan en tema de debate ocasional y no permanente, porque pienso que es precisamente donde radica la debilidad de no contar con un plan de acción focalizado en contrarrestar lo que sin lugar a dudas representa una amenaza para la seguridad ciudadana.

República Dominicana se mantiene puntero ocupando el triste sitial del segundo país con mayor número de accidentes de tránsito en el mundo. Miles de ciudadanos pierden la vida cada año, y sin embargo seguimos limitados a llamados de prudencia a los conductores.

No. Eso no basta. Países como Estados Unidos han logrado avances significativos en la reducción de accidentes de tránsito, porque cuentan con un marco jurídico que les permite castigar drásticamente a quienes no cumplan con las condiciones exigidas por ley para conducir vehículos en vías públicas.

En nuestras cárceles no hay una sola persona cumpliendo condena por haberse comportado como un terrorista del volante, esos que cada día matan a ciudadanos valiosos y productivos sin recibir castigo alguno.

El único instrumento legal que existe en nuestro país para regular el tránsito es la obsoleta, infuncional y mostrenca ley 241, una legislación promulgada en diciembre del 1967, y que de poco o nada ha servido para afrontar uno de los principales problemas que afecta actualmente al Estado dominicano.

Recientemente, la Cámara de Diputados envió a una Comisión Especial el proyecto de ley de movilidad terrestre, tránsito y seguridad vial, que esperamos sea la puerta de bienvenida a una nueva legislación que dé al traste con medidas paliativas a este monstruo de mil cabezas que nos arrebata a tantos buenos dominicanos.

Ojalá que este proyecto de ley prospere y su contenido no sea letra muerta, como tantas otras en nuestro país. Sólo así evitaremos escuchar o leer propuestas de solución tan estrambóticas y hasta risibles como las planteadas por la Federación Nacional de Transportistas Dominicanos (Fenatrado), de que, para enfrentar el problema, en las autopistas y carreteras sean construidos lugares de descanso seguros para los conductores afiliados a esta organización. Esos que llamo desaprensivos, irresponsables y abusadores terroristas del volante.

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