Es tiempo de retirar la venda

El caso de Esperancita, la joven embarazada que tiene leucemia, es mucho más importante e implica cuestiones más profundas que simplemente…

El caso de Esperancita, la joven embarazada que tiene leucemia, es mucho más importante e implica cuestiones más profundas que simplemente presentar una nueva oportunidad de quejarse a los detractores del artículo 37 de la Constitución que prohíbe el aborto.

Por ejemplo, el hecho de tratarse de una menor de apenas 16 años y la probabilidad de que ella conociese su diagnóstico al momento de ejecutar el acto sexual que condujo a la concepción, configuran una irresponsabilidad de ella, de su pareja y de su familia que revela la ignorancia que existe en nuestro país en materia de educación sexual y la necesidad urgente de encarar esta deficiencia de forma seria y sincera para evitar situaciones como la de Esperancita, embarazos no deseados que en muchos casos perpetúan la pobreza y también la propagación de enfermedades de transmisión sexual.

Son varios los estudios recientes que revelan la triste situación de que en República Dominicana la edad promedio en que las jóvenes inician su vida sexual es de apenas 15 añitos, existiendo muchos lamentables casos de niñas que inician a los 12, 13 y 14 años de edad. Esto, que es penoso pero que es al día de hoy una realidad, en lugar de ignorarse y manejarse como un tema tabú por los condicionamientos sociales existentes (combinados con una dosis de hipocresía consistente en un “no sé si se hace, pero no se dice”), debe enfrentarse con el pragmatismo que se necesita para poder tomar medidas preventivas eficaces.

Es imprescindible la concienciación desde escuelas y colegios a los y las jóvenes y sus familias sobre las consecuencias de una relación sexual no protegida, pero también es importante explicar en detalle las distintas formas de protección que existen en la actualidad y que permiten evitar estas consecuencias con relativa facilidad. Ignorar el tema porque “esa tecla no se toca” sólo garantizará muchos casos como el de Esperancita con altos riesgos para las vidas de madres e hijos, una pobre calidad de vida con pocas posibilidades de progreso para aquellas familias en las que los embarazos lleguen a término y por supuesto la proliferación de graves enfermedades que como el HIV/Sida están causando estragos en el país y su transmisión cada año parece ir en aumento.

Es tiempo de retirar la venda y desmantelar ese cuasi fundamentalismo moralista que por tantos años ha cuestionado este problema y sin embargo ha impedido resolverlo, pero no acabando con una vida que inicia, sino garantizando la información necesaria para trabajar en la prevención.

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