Todavía estamos a tiempo

Cuando el 1 de febrero del 2007, José Fajgenbaum y Anthony Boote, del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, presentaron al Directorio Ejecutivo del FMI, para su aprobación, la Quinta y Sexta Revisión bajo el Acuerdo Stand-by de República Dom

Cuando el 1 de febrero del 2007, José Fajgenbaum y Anthony Boote, del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, presentaron al Directorio Ejecutivo del FMI, para su aprobación, la Quinta y Sexta Revisión bajo el Acuerdo Stand-by de República Dominicana firmado el 31 de enero del 2004, incluyeron, como de costumbre, un análisis sobre la sostenibilidad de la deuda pública, en el cual se presentan proyecciones sobre la deuda pública dominicana para los años 2007-2015.

Para el año 2011, el FMI había proyectado que la deuda pública externa, que incluye la deuda externa del sector público no financiero y la del Banco Central, terminaría en US$6,929 millones.

En cuanto a la deuda pública interna, que incluye la deuda del sector público no financiero y la deuda interna del Banco Central derivada de la colocación de certificados y otros instrumentos financieros, el FMI había proyectado que de cumplirse todo lo establecido en el programa, terminaría en el 2011 en RD$289,288 millones, equivalente a US$7,588 millones.

Sumadas las deudas públicas externa e interna, se tiene que el FMI había proyectado que al final del 2011, la deuda pública consolidada alcanzaría US$14,517 millones.

Revisando las últimas informaciones disponibles sobre los niveles de la deuda pública dominicana, e incorporando la nueva deuda derivada de la reciente colocación de los US$500 millones de bonos soberanos y el desembolso de los US$348.1 millones del FMI luego de la aprobación de la Quinta y la Sexta Revisión del Acuerdo Stand-by de julio pasado, se tiene que la deuda pública externa, que incluye no sólo la del sector público no financiero, sino también la del Banco Central, ascendía a US$12,561 millones.

En cuanto a la deuda pública interna, que incluye la deuda del sector público no financiero, la del Banco Central, la deuda con las empresas generadoras de electricidad, la deuda con contratistas de obras públicas no registradas por Hacienda pero si por el Banco de Reservas y otros bancos privados, y otras deudas con suplidores tampoco registradas por Hacienda, incluyendo la mencionada por el presidente Leonel Fernández con Refidomsa, se tiene que a final de julio del 2011 ascendía a RD$374,519 millones, es decir, US$9,827 millones. Sumando ambas deudas, tenemos que la deuda pública consolidada, a final de julio del 2011 ascendía a US$22,762 millones.

Como vimos más arriba, el FMI, a principios del 2007 había proyectado que la deuda pública consolidada alcanzaría a final del 2011, US$14,517 millones. Como acabamos de ver, si a final de julio ya alcanzaba US$22,762 millones, podríamos concluir que la deuda pública consolidada a final del 2011 terminará en US$8,245 millones por encima del nivel que el FMI había proyectado hace cuatro años.

Cuando la administración del presidente Fernández asumió el 16 de agosto del 2004, recibió la deuda pública consolidada en US$9,705 millones.  En poco más de 7 años, la deuda pública consolidada ha aumentado en US$13,057 millones. Sin lugar a dudas que el crecimiento acelerado del endeudamiento público ha sido el instrumento fundamental que ha utilizado la administración peledeísta desde agosto del 2004, para alcanzar la estabilidad de la tasa de cambio que ha prevalecido en los últimos siete años.

Por definición, el incremento en la deuda pública de un país refleja el desbalance o déficit de las finanzas públicas durante un período determinado. Si la deuda pública consolidada ha aumentado en US$13,057 millones en los últimos siete años, se puede concluir que el déficit acumulado en las finanzas del sector público consolidado durante los últimos siete años ha sido, en pesos a la tasa actual, de RD$497,602 millones. Si ese nivel de déficit se hubiese financiado como se hacía en la década de los 80 y 90, con emisiones monetarias sin respaldo, está clarísimo que la devaluación y la inflación, habrían alcanzado niveles alarmantes.

Sin embargo, eso no ocurrió. ¿Por qué? Porque el Gobierno del PLD, en vez de recurrir a emisiones monetarias sin respaldo, los llamados inorgánicos, optó por cubrir o financiar su déficit con endeudamiento externo e interno, es decir, con financiamiento no inflacionario. Eso explica el porqué, a pesar de los déficit cuantiosos en las finanzas públicas, la tasa de cambio, que en agosto del 2004 alcanzó RD$42 por dólar, actualmente es de RD$38.25; y el porqué, la tasa de inflación anual promedio ha sido de 5.8% en los últimos siete años. Habría que ser muy descarado para no reconocer que el Gobierno del PLD que se inició en agosto del 2004  logró la estabilidad. Eso es indiscutible.

Sin embargo, todos los dominicanos debemos estar muy conscientes sobre cómo se llegó a ese resultado. En adición a una sucesión de reformas tributarias que llevaron las recaudaciones impositivas de RD$79,645 millones en los últimos 12 meses del Gobierno del PRD, a RD$289,350 millones en el 2011, se suma el proceso de endeudamiento público más acelerado de la historia dominicana.

El crecimiento acelerado de la deuda pública fue posible gracias a los acuerdos que el Gobierno ha mantenido con el FMI. Esos acuerdos le han permitido al Gobierno del PLD  recibir financiamientos importantes del FMI, del BID, del Banco Mundial, de instituciones financieras de gobiernos extranjeros, e incursionar todos los años en los mercados de capitales colocando emisiones de bonos soberanos.

A los anteriores hay que agregar el aporte extraordinario que ha representado el financiamiento a través de PetroCaribe, el cual, a final del 2011, terminará en cerca de US$2,400 millones. Y claro, los financiamientos internos obtenidos por el Gobierno y el Banco Central.

La pregunta que todos debemos hacernos y responder es si la opción que ha seleccionado el Gobierno del PLD para alcanzar la estabilidad es sostenible. ¿Puede la República Dominicana continuar de manera indefinida con una política fiscal en la que el 30% del Presupuesto Nacional es cubierto todos los años con préstamos internos y externos?

Estoy consciente que mis amigos economistas podrían decir que no hay problemas en seguir con ese modelo de estabilidad, mientras la relación deuda pública a PIB no sobrepase un nivel preocupante. El problema, sin embargo, es que independientemente de la discusión sobre cual es el nivel verdadero del PIB, el servicio de la deuda pública no se paga con el PIB, sino con los ingresos fiscales que recibe el Gobierno, que incluye no sólo los ingresos corrientes fruto de los impuestos y otros ingresos por tasas, sino también los desembolsos de préstamos internos y externos.

Y este último componente, como saben mis amigos economistas, no sólo depende de nuestro comportamiento, sino de qué sensación transmiten a los prestamistas sus “animal spirits” sobre como nos perciben. Todos sabemos que en esto último, la existencia de un “continuum” de acuerdos con el FMI, puede jugar un papel fundamental.

Pero a veces, cuando la realidad decide quitarse el teflón de la percepción, es el mismo FMI quien se adelanta para exigir el cambio en el modelo de estabilidad.

Cuando en el 2007 el FMI proyectaba la deuda pública consolidada en US$14,517 millones para finales del 2011, estimaba que el PIB de este año terminaría en US$41,241 millones, arrojando una relación deuda a PIB de 35.2%.

Con ese mismo PIB, la deuda pública consolidada de US$22,762 millones a julio del 2011, representaría el 55.2% del PIB. Pero no se preocupen demasiado. Como el Banco Central ha estimado que el PIB del 2011 no será de US$41,241 millones como estimaba el FMI en el 2007, sino US$53,700 millones, se tiene que la deuda pública en el 2011 terminará en 42.4% del PIB, un nivel manejable.

Dejemos de lado la discusión sobre el nivel del PIB. A nosotros nos parece más relevante determinar cuánto de los ingresos corrientes del Gobierno estamos destinando a servir la deuda pública. En el primer semestre del 2011, destinamos el 41.43% de los ingresos corrientes. En otras palabras, de cada 100 pesos que el Gobierno recibe como ingresos corrientes, 41.43 los destina a pagar intereses y amortizaciones de la deuda pública.

Es cierto que este nivel todavía compara bien con el 51.54% que de sus ingresos corrientes el Gobierno de Portugal destinará en el 2011 a servir su deuda pública. Es cierto que nuestro caso es más manejable que el 57.12% que enfrentará el Gobierno de Grecia este año. Pero no olvidemos ni un solo instante que Portugal y Grecia, hace un par de años, mostraban indicadores similares a los nuestros.

Algunos economistas amigos dirán que no hay razones para preocuparse pues mientras el pago de los intereses sobre la deuda pública en República Dominicana apenas representa el 2.38% del PIB en el 2011, en Portugal y Grecia alcanzan el 4.20% y 6.75%, respectivamente. De nuevo, no es con el PIB que pagamos los intereses.

Mientras en Portugal y Grecia este año el pago de los intereses de la deuda pública representarán el 10% y 16.54% de los ingresos corrientes del Gobierno, en la República Dominicana, tome asiento si está leyendo de pie, representará el 17.24% de los ingresos corrientes del Gobierno.

Visto lo anterior, considero que los principales partidos políticos del país, específicamente, el PRD, el PLD y el PRSC, las asociaciones empresariales, los representantes de los trabajadores y las autoridades de nuestras iglesias, deben sentarse a analizar detenida y seriamente la viabilidad del modelo actual de estabilidad que tenemos en República Dominicana. 

La mayoría quiere el 4% para la educación; una policía moderna, bien equipada, con salarios adecuados; mejores servicios de salud pública, con disponibilidad permanente de medicamentos e insumos para la salud, y médicos y enfermeras bien remunerados; programas de subsidios focalizados a los más pobres de mayor magnitud; un eficiente sistema de transporte público; mayor acceso a agua potable; mejores sistemas de alcantarillado y drenaje pluvial;  y un sistema eléctrico que funcione adecuadamente.

Pero la mayoría también quiere que el Gobierno reduzca los impuestos y deje de endeudarse. Me parece que ese es un buen punto de partida para la discusión sensata y realista que deberían tener todos los sectores interesados en el desarrollo integral de la nación.

Todavía estamos a tiempo. No esperemos situaciones estresantes como las que hoy agobian a Portugal y Grecia.
Los artículos de Andy Dauhajre en El Caribe pueden ser leídos en www.miprd.org/andy

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