Álex Rodríguez, con su puño y letra, finalmente pidió disculpas públicas por los errores cometidos, que, entre otras cosas, le costaron una suspensión por el uso de sustancias prohibidas.
No viene al caso repetir todo lo que escribió Rodríguez en su misiva, pues tomando en cuenta su naturaleza, estoy casi seguro de que muchos de ustedes se imaginan o saben sobre el particular.
Sin embargo, hay una cosa que me llama poderosamente la atención en esa carta. Rodríguez dice que ya todo terminó. No es así. No creo que todo haya terminado.
Falta por ver las consecuencias que puede acarrear el juicio a su primo Yuri Sucart, que empezará justamente un día después del arranque de la temporada de las Grandes Ligas.
Rodríguez, junto al conocido y recién sentenciado Anthony Bosch, tendrá que comparecer en ese juicio. Esto no implica, por el momento, ningún riesgo para Álex, pero está claro de que traerá consigo más ruido negativo.
Además, el hecho de optar por una carta de su puño y letra en vez de una conferencia de prensa echa más gasolina a la hoguera. Una vez se presente a los campos de entrenamiento los periodistas, como siempre ha sucedido con aquellos que han sido involucrados en esteroides, le van a asediar constantemente.
En sentido general, Rodríguez hizo bien en disculparse. Es que a la sociedad norteamericana le gusta eso y realmente en algún momento ha llegado a perdonar a los que se disculpan, pero con Álex es y será muy diferente. Tardó más de lo debido en disculparse y estoy seguro de que eso le costará. Todos sabíamos que tarde o temprano él iba a llegar ahí. Sin embargo, eligió defenderse, con sus derechos, algo que no hizo más que batir el estiércol y todos sabemos qué pasa cuando eso sucede.
Es muy probable que si esa disculpa hubiese llegado un año antes o tal vez seis meses atrás y a la misma vez hubiese enfrentado a los medios de prensa, otra cosa hubiese sido.
No creo que Rodríguez haya causado mucho efecto positivo con sus disculpas. Eso sólo sucederá cuando se siente antes las cámaras y los micrófonos y abra su corazón.
