Todo tiene un porqué

C ada vez que nos encontramos frente a una situación adversa, casi de forma natural nos preguntamos ¿por qué nos pasa esto a nosotros? En el momento y por mucho tiempo, la pregunta sigue dándonos vueltas sin encontrar respuesta, o al menos una…

C ada vez que nos encontramos frente a una situación adversa, casi de forma natural nos preguntamos ¿por qué nos pasa esto a nosotros? En el momento y por mucho tiempo, la pregunta sigue dándonos vueltas sin encontrar respuesta, o al menos una satisfactoria.

Pasarán muchos días, meses y quizás hasta años, y seguiremos sin saber por qué. Sin embrago, un día sin darnos cuenta, la respuesta llega y nos deja sin aliento. Es en ese instante en el que sabemos o entendemos el porqué nos sucedió, lo que en su día nos causó tanto pesar, confusión y hasta molestia.

Cada ser humano cree en cosas diferentes, cada uno centra su fe en lo que mejor le parece, pero casi todos coinciden en el poder del destino y en la imposibilidad de cambiar el futuro.

Aunque algunos, que se aventuran en la búsqueda de los llamados “videntes”, ante pronósticos desfavorables, se proponen firmemente cambiar  el nefasto augurio por una realidad más placentera.

Creo que en la vida de las personas existen “ángeles”, esos amigos y compañeros que llegan a nosotros para de una u otra forma ayudarnos a ser mejores. Uno de esos ángeles de mi vida me enseñó que no importaba lo malo que me sucediera, debía agradecer porque las cosas siempre pueden ser peores.

Al principio su teoría no me convenció del todo, cómo podía yo alegrarme  y dar gracias ante un problema o una situación difícil, que de antemano me hacía saber que era el preludio de algo peor.

Pues bien, con el paso de los años he aprendido que así debe ser. Todo cuanto pasa sucede por alguna razón, que en el momento desconocemos.

Aunque nos produzca dolor y pensemos que se nos cae el mundo encima, un día entra la luz en la oscuridad producida por las experiencias adversas y nos damos cuenta que muchas veces ese dolor del pasado era necesario.

Si es una pérdida lo que nos hace sufrir hoy, nos enseñará mañana a valorar más lo que nos traerá el futuro.

Es así, aunque parezca duro, a aunque en el momento nos neguemos a creerlo. Lo mejor de todo es que casi siempre, a una gran tristeza le sigue una felicidad inmensa. Nunca debemos olvidar, que no hay mal que por bien no venga l

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas