En torno a las redes sociales (4)

INTRODUCCIÓNHoy quiero ofrecer, a mi modo de ver unas interesantes reflexiones de Mons. Julio César Corniel, Obispo de Puerto Plata, tomadas de su Conferencia Iglesia y opinión pública en las redes sociales, impartida…

INTRODUCCIÓN

Hoy quiero ofrecer, a mi modo de ver unas interesantes reflexiones de Mons. Julio César Corniel, Obispo de Puerto Plata, tomadas de su Conferencia Iglesia y opinión pública en las redes sociales, impartida en el II Congreso de Comunicadores Católicos, el 13 de mayo 2013, en el Teatro de la Universidad Católica Santo Domingo.

Recuerdo que en mis cuatro entregas anteriores toqué in extenso tópicos tratados por el Papa emérito Benedicto XVI, el Cardenal López Rodríguez y el Obispo de Baní, Freddy Bretón.

No voy a referirme ahora a la Conferencia completa de Mons. Corniel, sino que voy a citar de ella seis enseñanzas traídas por él: una del Concilio Vaticano II y las otras cuatro de los últimos Papas, a excepción del Papa Francisco, como es natural, dado el poco tiempo de su pontificado y del Papa Benedicto XVI, de quien hablamos ampliamente en la primera entrega, estos son: Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Creo que estos textos nos ofrecen datos valiosos sobre la visión de la Iglesia, en continuo crecimiento y evolución homogénea, sobre los medios de comunicación en los últimos 70 años.
Sigo el mismo orden del texto de Mons. Corniel. Como se verá, el acento en estas reflexiones está puesto en la opinión pública.

I. CONCILIO VATICANO II (1961-1965)

El Concilio Vaticano II en la Instrucción Pastoral sobre los Medios de Comunicación Social, Communio et Progressio, afirmó que los miembros de la Iglesia tienen el derecho de expresar a sus pastores sus necesidades, opiniones y deseos con confianza de acuerdo con su conocimiento, competencia o posición, sobre lo que se refiere al bien de la Iglesia. Se afirma que la Iglesia necesita el intercambio de las legítimas opiniones de sus miembros.

Aunque las verdades de fe no dejan espacio a interpretaciones arbitrarias, la Constitución Pastoral afirma que existe una enorme área donde los miembros de la Iglesia pueden expresar sus puntos de vista. El Código de derecho canónico y otros documentos más recientes del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales hacen referencia a una comunicación en la que exista un flujo recíproco de información y puntos de vista entre los pastores y los fieles y que la libertad de expresión tenga en cuenta el bien de la comunidad y el papel del Magisterio de la Iglesia y se resalta el Internet como medio tecnológico eficaz.

2. PIO XII (1939-1958)
Para Pío XII (1939-1958) los medios de comunicación eran instrumentos que podían usarse para el bien y para el mal, pero la vocación de quienes los usan es noble. En consecuencia, dio normas amplias para su uso: defender los derechos de la persona, transmitir valores humanos, iluminar el espíritu, defender el bien común, servir a la verdad y al bien y apuntó los caminos de acción: verdad, prudencia, justicia, caridad. Su visión de las masas fue negativa: carecen de criterio, son superficiales y deben ser educadas.

Pío XII sí enfrentó el problema de la opinión pública, citamos:
La opinión pública es el patrimonio de toda sociedad normal compuesta de hombres que, conscientes de su conducta personal y social, están íntimamente ligados con la comunidad de la que forman parte. Ella es en todas partes, y en fin de cuentas, el eco natural, la resonancia común, más o menos espontánea, de los sucesos y de la situación actual en sus espíritus y en sus juicios. Allí donde no apareciera ninguna manifestación de la opinión pública; allí, sobre todo, donde hubiera que registrar su real inexistencia, por cualquier razón que se explique su mutismo o su ausencia, se debería ver un vicio, una enfermedad, una irregularidad de la vida social.

Ahogar la opinión pública de los ciudadanos, reducirla a un silencio forzado es, a los ojos de todo cristiano, un atentado contra el derecho natural del hombre, una violación del orden del mundo, tal como ha sido establecido por Dios.

Situación lamentable, deplorable y acaso más funesta todavía por sus consecuencias lo es la de los pueblos donde la opinión pública permanece muda, no por haber sido amordazada por una fuerza exterior, sino porque le faltan aquellas premisas interiores que deben existir en todos los hombres que viven en comunidad.

En lo referente a la opinión pública en el seno mismo de la Iglesia (naturalmente en las materias que pueden ser objeto de libre discusión): no tienen por qué admirarse de esto sino aquellos que no conocen a la Iglesia o que la conocen mal. Porque ella, después de todo, es un cuerpo vivo y le faltaría algo a su vida si la opinión pública le faltase.

3. JUAN XIII (1958-1963)
Juan XXIII (1958-1963) profundizó el avance de Pío XII al afirmar que: Todo ser humano tiene el derecho natural al debido respeto a su persona, a la buena reputación, a la libertad para buscar la verdad y, dentro de los límites del orden moral y del bien común, a manifestar y a defender sus ideas, a cultivar cualquier arte y, finalmente, a tener una objetiva información de los sucesos públicos.

Entre los derechos universales, inviolables, de la persona humana, está el derecho a la libertad en la búsqueda de la verdad y en la expresión y en la difusión del pensamiento.

El periodista católico debe ser enseñado a defender la verdad, la justicia y la integridad, antes que la religión y el Evangelio. 

4. PABLO VI (1963-1978)
Para Paulo VI, la información tiene por fin ayudar a los hombres y mujeres a que asuman mejor su destino y el de su comunidad. La información es reconocida hoy como un derecho universal, inviolable e inalienable del ser humano moderno, porque responde a una exigencia de su naturaleza social.

Todo ser humano tiene derecho a una información objetiva. El derecho a la información es activo, el derecho de buscarla, es pasivo, el derecho y la posibilidad de recibirla, y no basta reconocerlo en teoría: hay que protegerlo en la práctica.

5. JUAN PABLO II (1978-2005)
En el mensaje del papa Juan Pablo II en 1986 con motivo de 20va. Jornada Mundial para las comunicaciones sociales al referirse al tema de la opinión pública expresó que es el modo común y colectivo de pensar y de sentir de un grupo social más o menos vasto en determinadas circunstancias de tiempo y de lugar. Indica lo que la gente piensa comúnmente sobre un tema, un acontecimiento, un problema de un cierto relieve.

La opinión pública se forma por el hecho de que un gran número de personas hace propio, considerándolo verdadero y justo, lo que algunas personas y algunos grupos, que gozan de especial autoridad cultural, científica o moral, piensan y dicen. Lo cual muestra la grave responsabilidad de aquellos que por su cultura y su prestigio forman la opinión pública o influyen en alguna medida sobre su formación.

Las personas tienen derecho a pensar y a sentir en conformidad con lo que es verdadero y justo, porque del modo de pensar y de sentir depende la actuación moral. Esta será recta si el modo de pensar es conforme a la verdad.

Hay que poner de relieve que la opinión pública tiene una gran influencia en la manera de pensar, de sentir y de actuar de aquellos que, o por su joven edad o por falta de cultura, no son capaces de formular un juicio crítico. De este modo son muchos los que piensan y actúan según la opinión común sin que estén en condiciones de sustraerse a su presión. Hay que poner también de relieve que la opinión pública influye fuertemente en la formación de las leyes.

En realidad no cabe duda de que la introducción de leyes injustas en ciertos países, como por ejemplo las que legalizan el aborto, hay que atribuirla a la presión ejercida por una opinión pública favorable al mismo.

De ahí se desprende la importancia de formar una opinión pública moralmente sana sobre los problemas que afectan de cerca el bien de la humanidad en nuestro tiempo. Entre estos bienes situamos los valores de la vida, de la familia, de la paz, de la justicia y de la solidaridad entre los pueblos.

Es necesario que acerca de la familia se forme una opinión pública recta que ayude a superar algunos modos de pensar y de sentir que no están conformes con el plan de Dios, que la ha establecido indisoluble y fecunda.

Lamentablemente se está difundiendo una opinión pública favorable a las uniones libres, al divorcio y a la drástica reducción de la natalidad con cualquier medio. Hay que rectificarla por perjudicial al verdadero bien de la humanidad, la cual será tanto más feliz cuanto más unida y sana esté la familia.

Después, hay que crear una opinión pública cada vez más fuerte en favor de la paz y de aquello que la construye y mantiene, como el aprecio recíproco y la concordia mutua entre los pueblos; el rechazo de toda forma de discriminación racial y de nacionalismo exasperado; el reconocimiento de los derechos y de las justas aspiraciones de los pueblos; el desarme, en primer lugar de los ánimos y después de los instrumentos de destrucción; el esfuerzo de resolver pacíficamente los conflictos.

CONCLUSIÓN

CERTIFICO que en mi cuarta entrega de En torno a las redes sociales sólo traje a colación reflexiones de Mons. Julio César Corniel en su Discurso, tenido en el II Encuentro Nacional de Comunicadores Católicos.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros, a treintiún (31) días del mes de mayo del año del Señor dos mil trece (2013).

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