La tragedia de Charlie Hebdo y su dolor universal

El fundamentalismo religioso tiene que revisarse. A partir de la tragedia de la revista satírica francesa Charlie Hebdo los seguidores del profeta Mahoma necesitan meditar a fondo sobre la naturaleza de los crímenes cometidos en su nombre en París.&#82

El fundamentalismo religioso tiene que revisarse. A partir de la tragedia de la revista satírica francesa Charlie Hebdo los seguidores del profeta Mahoma necesitan meditar a fondo sobre la naturaleza de los crímenes cometidos en su nombre en París. La primera explicación válida que debe dar el islamismo es si el valor de la vida que ellos defienden en su libro sagrado, el Corán, es tan pobre, insignificante. Sobre todo, explicar si a partir de ahora hay que seguir cortando cabeza a todos los caricaturistas y periodistas disidentes que publiquen críticas contra su religión. Porque los verdaderos seguidores de Mahoma quizás nunca saldrán a perseguir autores de caricaturas humorísticas para matarlos. Quizás la gente más ortodoxa lo tome con sentido del humor y lo acepte como un derecho natural a opinar y disentir. Es absurdo y completamente ilógico pensar que todos tengamos las mismas ideas, creamos en los mismos dioses y sigamos las mismas religiones.

Si porque una publicación periodística exprese con humor y sátira su punto de vista en torno a la religión islámica vamos a provocar una guerra mundial entonces hay que revisar sus principios y fundamentos. Imaginemos que todos los periódicos del mundo decidan protestar contra el ataque criminal contra la revista Charlie Hebdo y coloquen en sus portadas las caricaturas burlonas de Mahoma. Me imagino que no podrían hacer absolutamente nada. Tal vez reírse de su propia impotencia y de su conducta ridícula. Me pregunto si, ante la impotencia generalizada, los líderes del pensamiento filosófico islámico ordenarían atentados similares contra todos los medios de comunicación y sus redactores en todo el mundo. Claro que no. Esa debería ser, entonces, la respuesta global del periodismo en este momento, como reacción a este atropello, a este abuso incalificable del extremismo fundamentalista.

Porque la tragedia de París, que le costo la vida a 17 personas, incluidos los caricaturistas, el editor y los reporteros de la revista, mas los dos autores del atentado y sus cuatro rehenes, conmocionó y enlutó al mundo. Es que la salvaje y cobarde acción terrorista no tiene manera de justificarse ante el profeta Mahoma, ante Dios y ante nadie. Fue un acto cobarde puro vandolerismo delincuencial que quiere buscar fundamentos y justificaciones religiosas en el irrespeto a los seguidores del islamismo. Es completamente inaceptable, ridículo y perverso. Por eso, de uno a otro confín, el mundo ha expresado su condena a esta barbarie del siglo XXI. Por eso millones de ciudadanos franceses salieron a las calles y marcharon en forma pacífica para mostrar al mundo su profundo pesar y su absoluta condena.

Es que el valor de la vida y de la libertad de expresión es universal. Porque cuando pisoteamos y matamos la libre expresión en cualquier país, lo sentimos en todo el mundo. Un atentado contra la vida de un periodista, contra el personal de un medio de comunicación, es un atentado contra todos los ciudadanos del mundo. Esa es la esencia filosófica de la libertad, sin importar incluso las distancias ideológicas, izquierda o derecha. Por eso todos estamos dolidos con la tragedia de Charlie Hebdo. Por eso defendamos la libertad, por su valor intrínseco garante seguro de la democracia. Defendamos a capa y espada nuestro derecho a hablar y a expresar disidencias. Lo que está en juego es la libertad de todos.

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