Trayectoria literaria: Memoria (III)

En mis dos entregas primeras sobre este capítulo y memoria de mi vida, “la trayectoria literaria”, me centré en estos cuatro momentos1- Infancia y adolescencia (1 a 15 años, en Higüey)2 – Los años de Seminario Menor- Bachillerato…

En mis dos entregas primeras sobre este capítulo y memoria de mi vida, “la trayectoria literaria”, me centré en estos cuatro momentos
1- Infancia y adolescencia (1 a 15 años, en Higüey)
2 – Los años de Seminario Menor-
Bachillerato (1954-1958, en Santo
Domingo).

3 -Estudiante de Filosofía (1958-1961)
4 -Estudiante de Teología (1961-1965)En esta tercera me centraré en:
5 – Sacerdote (1965-1988)
6- Obispo (1989-2003) .

He aquí, pues, estas dos etapas:
5. Sacerdote (1965-1988)
Fui ordenado sacerdote por Mons. Pepén el 23 de enero de 1965; La Revolución de Abril cortó abruptamente mi último año de estudios; salí del Seminario en los primeros días de mayo; en junio fui enviado como Vicario Parroquial a Hato Mayor; y el 14 de septiembre, en el Seybo, me dijo Mons. Pepén que el 1º de octubre debía estar en Roma, para continuar estudios de post-grado. Pude hacer una Licenciatura en Teología en un año, con los monjes benedictinos viviendo en una residencia sacerdotal dirigido por jesuitas. De Roma pasé a París, donde pasé dos años, estudiando catequesis y espiritualidad.

Mis tres años en Europa fueron dedicados intensamente al estudio y de amplios contactos con la cultura europea. Ciertamente me marcan y todavía vivo de ellas.

Desde el punto de vista literario, los años de Europa, fueron, tal vez, menos productivos que los del Seminario Mayor. Quedarán de esta época, pienso, las muchas cartas que escribí.

Cuando regreso al país en 1968, concretamente a La Romana, donde estuve hasta febrero de 1971, reinicio mi actividad literaria, publicando pequeños artículos en “La Voz del Santuario”, periódico de la Diócesis de la Altagracia dirigido por Mons. Pepén. Los formaba, entonces, bajo el nombre de “ R. de la R.” Recuerdo que Luisa Pepén, hermana de Mons. Pepén, me escribió felicitándome y animándome a seguir escribiendo. Hago mención de este hecho con sentimiento de gratitud hacia ella y con gratitud, porque, realmente, me confirmó en mi vocación y me estimuló.

Estando aún en La Romana, envié mis primeros artículos al “Listín Diario”, que fueron acogidos por Don Rafael Herrera. Igualmente, rindo un cálido homenaje a Don Rafael, que siempre publicó todo lo que le envié desde que era joven sacerdote. Esta acogida, sobre todo en esos comienzos, fue, sin lugar a dudas, un gran espaldarazo.

Fue en La Romana, también, 1970, cuando me atreví a publicar por primera vez para un periódico interno de Movimiento de Cursillos de Cristiandad, llamado “Palanca”, un pequeño escrito de corte político titulado “El abuelo y el nieto”.

Su directora, licenciada Elizabeth Rodríguez, crecida en un ambiente literario y poético en La Romana, me dijo entusiasmada. “Tú eres un poeta”. Esta afirmación entusiasta me puso a pensar. Más tarde, con idénticas palabras, me la dijo Mons. Francisco José Arnáiz, S. J., usando mi apodo de estudiante: “Carapito, tú eres poeta”. Esta aseveración de Mons. Arnáiz, en verdad, me confirmó en mi vocación literaria poética y me impulsó a superar mi trauma del Seminario Menor.

Pero la explosión poética se dio, en verdad, una tarde de domingo en 1973, estando ya en Higüey, donde ejercí mi ministerio sacerdotal de 1971 al 1983, en la sencilla pieza que ocupaba como Rector del Seminario Menor. Mientras rezaba los salmos de vísperas, mandados por la Iglesia. Acababan de asesinar al periodista Gregorio García. Los salmos 78 y 79, de aquellas vísperas, reflejaban perfectamente, con un lenguaje poético, la situación del país y los sentimientos que golpeaban mi alma.

Una vez terminada la oración, enseguida me puse a parafrasearlos, y los envié al periódico “Ultima Hora” bajo el título de “Salmos en la muerte de un periodista”, que los publicó en su edición del 31 de marzo de 1973.

Animado, sin duda, por este dato, continué una serie de poemas del mismo corte que envié a la Revista “Amigo del Hogar” y que los fue publicando con el seudónimo de “Beno Carpio” (“Beno”, de Benito, nombre de mi padre y mi segundo nombre, y “Carpio” apellido de mi madre. Este grupo de poemas, escritos entre 1973 y 1980, fueron recogidos en una publicación hecha en 1991, con el título “Quien librará este pueblo”, poemas, meditaciones y salmos.
“Susaeta Ediciones”, de República Dominicana, sacó la edición dominicana; y “Ediciones Paulinas”, de Colombia, sacó otra para América Latina.

Pero más allá de esta incursión en el género poético, considero, sin embargo, que mis años de sacerdote (hablo del período 1965-1989) están, más bien marcados, por el género didáctico y sapiencial, expresado en decenas de artículos, publicados aquí y allá, y en charlas y conferencias, algunos de ellos publicados.

Así publiqué artículos, como dije, en “la Voz del Santuario”, periódico del Obispado de Higüey; en los periódicos locales higüeyanos “El Planeta” y “El Cometa”. La Revista “Alabanza” de la Renovación Carismática, ha recogido muchos de mis trabajos de corte netamente teológico-espiritual. En el periódico “El Sol”, dirigido, en ese entonces, por mis amigos Juan Bolívar Díaz y Manuel Quiterio Cedeño, mantuve, viernes tras viernes, la columna “Dédaca 80”, desde 1980 a 1983, interrumpida cuando debí partir al Celam, Colombia, en junio de 1983. De las Conferencias y charlas de este período han sido publicadas: “La Niñez en la República Dominicana”, PUCMM, 1976, “Razones para vivir”, 1977; y en “Navidades Nuestras”, 1982, recojo una serie de artículos y trabajos sobre las fiestas navideñas, encarnados en la cultura dominicana.

Mis años 1983-1987, antes de ser nombrado obispo, los paso en el Celam, Colombia, como Secretario Ejecutivo de los Departamentos de Catequesis y Educación y de las áreas de Pastoral Bíblica y Pastoral Catequesis. En esta época he de escribir muchos informes y cartas, que conservo.

Pero también me dedico a continuar mi investigación sobre la Altagracia y a escribir sobre ella. De estos años conservo un amplio estudio teológico-iconográfico, no publicado todavía en su totalidad, y del que sólo han sido algunos artículos y un compendio en 1997, con el título “Nuestra Señora de la Altagracia”, Edición Pastoral. Se han hecho, hasta ahora, cinco ediciones de esta publicación.

6. Obispo, 1989-2003
Debo reconocer que en mis catorce años como Obispo Auxiliar de Santo Domingo y luego Ordinario de la Diócesis de Nuestra Señora de la Altagracia, junto a la gran actividad pastoral desplegada y las múltiples responsabilidades adquiridas, he disfrutado igualmente de una grande y múltiple actividad literaria, expresada en una diversidad de géneros literarios.

a. “Listín Diario”: Desde el año 1990 mantengo el espacio televisivo “Un momento”. Con el mismo título mantuve durante, poco más de un año (1990-1991), una columna diaria en el “Listín Diario”. Recuerdo con gratitud que Don Rafael Herrera colocó siempre ese breve escrito que se leía en un minuto, debajo de su Editorial. Debí interrumpir esa publicación y ese ejercicio literario diario por razones de tiempo. Pero Don Rafael no perdía ocasión para insistirme en que retomara esa columna. Lo mismo hacía Mons. Robles Toledano. Justo la víspera de su muerte, este me dijo: “Nunca dejes de rescribir y publicar”.

b- El Siglo”: Durante casi dos años, 1999-2001, mantuve en el periódico “El Siglo” una columna semanal sobre “Valores y Virtudes”. Agradezco mucho a otro amigo, al Lic. Fausto Rosario, el haberme invitado a mantener esta columna. Fue una bonita experiencia. La dejé cuando “El Siglo” cerró sus puertas.

c. Algo nuevo: como se puede notar, en todo cuanto he dicho sobre escritos y publicaciones en estos últimos quince años, predomina la prosa y el género ensayo y el didáctico. He buscado, ante todo, enseñar: comunicar verdades e invitar al bien. Sin embargo, en cuanto al género poético, en el que predomina lo bello, algo absolutamente nuevo ha acontecido en mi vida y coincide con mi entrada al Movimiento interiorista Ateneo Insular. Voy a definir este momento, con palabras del Dr. Bruno Candelier, fundador y animador de dicho movimiento, al introducir la publicación de unos poemas míos incluidos en su publicación “El Interiorismo. Doctrina estética y creación literaria” (2001):

“En su lírica explora el sentido del “desposorio místico” del hombre con la Iglesia en una visión interiorizada y poética, simbólica y mística”.

Aparte de poemas que se orientan al trato con Dios, mi alma se ha abierto a cultivar el amor a la Iglesia, como el de un esposo a su esposa. Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz cultivaron “los desposorios místicos” del alma con Dios. El Señor, por su parte, me ha llamado como Sacerdote y Obispo, a profundizar y a proclamar “los desposorios místicos” con la Iglesia.

CONCLUSIÓN
CERTIFICO que, en mi primera entrega de “Memoria de mi trayectoria literaria”, sólo di a conocer datos de mi infancia, adolescencia y de los años de Bachillerato y Seminario Menor, en Santo Domingo, en la segunda entrega, como estudiante de Filosofía y Teología y en esta tercera entrega mis años de Sacerdote y de Obispo.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los veintiséis (26) días del mes de junio del año del Señor dos mil catorce (2014) l

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