El Tribunal Administrativo y los transportistas

Una mañana al salir en mi automóvil de la casa materna, quedé sorprendido y confundido, al observar una escena grotesca: un sujeto, corpulento y de mirada violenta, propinaba una paliza a un vehículo, bastante destartalado, para soportar semejante&#82

Una mañana al salir en mi automóvil de la casa materna, quedé sorprendido y confundido, al observar una escena grotesca: un sujeto, corpulento y de mirada violenta, propinaba una paliza a un vehículo, bastante destartalado, para soportar semejante abuso, ante las miradas aterradas de los potenciales pasajeros. Serían las 8,30 de la mañana, y los pasajeros estaban en la avenida Rómulo Betancourt, casi esquina Winston Churchill, esperando transportarse a sus trabajos. En plena luz del día y en una de las zonas mas exclusivas de Santo Domingo, contemplamos los métodos brutalmente contundentes, que en ocasiones han derivado en agresiones físicas mortales, utilizados por las agrupaciones de choferes para defender sus rutas, y como resultado, eventualmente consolidar una estructura de transporte monopolística, o cuasi-monopolista. Semejante despliegue de violencia, a la vista de todos, no es posible en ninguna sociedad, por primitiva que sea, sin el apoyo activo o pasivo, de los estamentos policiales, y del poder político. Y es que buena parte de la clase política dominicana optó por evitar enfrentar a estos grupos, debido a su capacidad para la movilización social, inclusive llegando a pagarles, para mantener la tranquilidad en el corto plazo, permitiéndoles así, acumular más y más poder, lo que haría más difícil su manejo futuro. Siendo así, la sentencia del Tribunal Administrativo vino a sustituir, lo que los tribunales penales debieron haber hecho.

No obstante, es bueno señalar que este asunto está muy lejos de estar resuelto. Estos grupos conservan un considerable poder, pues su capacidad de coerción, y sus vínculos con estamentos de poder están intactos. Adicionalmente, estos empresarios-sindicalistas inteligentemente utilizan la ambigüedad como arma, pues representan el papel del sindicalista, o del empresario, según convenga. Dicho esto, es menester distinguir entre dirigentes, pues algunos favorecen el diálogo inteligente, al enfrentamiento y los métodos represivos. Existe pues una oportunidad para estimular el desarrollo empresarial entre aquellos dirigentes que respeten las reglas de la convivencia civilizada. Finalmente, debemos tomar en cuenta que el transporte es la respuesta caótica de la sociedad dominicana, a la pérdida de cientos de miles de empleos dominicanos por una inmigración desbordada, que ni políticos, ni empresarios hemos sido capaces de detener. Aquellos que como jóvenes adolescentes nos tocó vivir el error cometido contra Bosch en el 1963, y los subsiguientes hechos del 1965, tenemos grabado en nuestras conciencias la necesidad de encontrar soluciones, que no resulten socialmente explosivas. No subestimemos lo cargado del tema. Hace unos meses, en La Vega, mi chofer bajó el vidrio del automóvil frente a un grupo de motoristas para preguntar una dirección. Antes de partir, observé, en silencio, aquel grupo de hombres jóvenes, en motores. Uno de ellos me entendió, y abriendo los brazos, me gritó: ” ¡Qué tú quieres! ¡ No hay empleos!”.

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