El pasado mes de marzo tuve la oportunidad de ser uno de los primeros dominicanos en plantar nuestra bandera en la cima del Monte Everest utilizando la cara sur de Sagarmata, como se le llama a la montaña en Nepal, país que sirve de acceso a dicha ruta y que ha sabido convertir este tipo de turismo en una de sus principales fuentes de ingreso.

Esto ha cambiado la vida a miles de Sherpas, o pobladores nativos de algunas de las regiones montañosas de Los Himalayas, ya que cada año alrededor de 15,000 personas de todo el mundo, se aventuran a recorrer los poblados y caminos que conectan los pueblos diseminados en toda la cordillera, a los cuales solo se puede accesar a pies, y en algunos casos muy limitados por transporte aéreo como aviones ligeros y helicópteros.

Para ello, los pobladores y el gobierno han creado una infraestructura con los servicios y comodidades básicas en la medida de las posibilidades del entorno, de manera que estos turistas cuyas edades oscilan entre jóvenes de escuelas y universitarios, hasta adultos de edad avanzadas o retirados con una aceptable condición física y un gran sentido de la aventura, puedan disfrutar de una cama, una ducha caliente y una buena comida en los cientos de Tea Houses como se les llama a los pequeños y modestos hoteles que sirven de refugio a los Treckers al final de la jornada de cada día.

Con facilidades como internet satelital, un menú occidental y el dominio básico del idioma ingles, esta industria ha crecido de manera constante en el último decenio, a pesar de que el Gobierno de Nepal no intercede lo suficiente o invierte gran parte de estos recursos en puntos claves como el aeropuerto de Katmandú, el cual genera una primera mala impresión a los que llegan al país por vía aérea. Sin embargo,  sí ha sabido sacar provecho al reconocimiento mundial que ha adquirido el Everest como la montaña más alta del planeta y promociona esta maravilla de la naturaleza como uno de sus principales activos, convirtiendo toda la zona aledaña en un gran parque nacional y por ende en un importante atractivo eco turístico a nivel Internacional.

En ese sentido, uno de los principales destinos es el campamento Base del Everest justo en la base de la montaña, donde en la temporada de escalada de cada año se asientan alrededor de 500 personas divididos entre escaladores y personal de logística,  para los osados que se jugarán la vida en los próximos 2 meses intentando poner un pie en el techo del planeta.

Esto ha servido para que muchos turistas combinen su travesía por los Himalayas teniendo el Base Camp como destino final, en una ruta de alrededor de 10 días, que nos permite vivir la experiencia del turismo de montaña, interactuar con los locales, conocer su cultura, gastronomía y los majestuosos templos budistas, al tiempo que disfrutamos de unos los paisajes mas hermosos que ojos humanos hayan visto jamás…

* Iván Gómez es presidente Grupo Desde el Medio

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