De lo que soñó Claudio Francisco, como legado luminoso de Francisco Alberto, no queda tristemente nada. Ni la esperanza de una patria reivindicada. Ni el recuerdo colectivo de tantos sacrificios. Ni una ciudadanía digna más allá de un voto sin futuro. De lo que soñaron él y sus padres no queda ni siquiera vivir en paz, porque en este país (ahí está el terrible dolor de su muerte inmerecida) solo viven en paz los bandidos (hasta que un día este pueblo, como en Abril, se sacuda del marasmo y rescate su gloria).
Una honda tristeza
De lo que soñó Claudio Francisco, como legado luminoso de Francisco Alberto, no queda tristemente nada. Ni la esperanza de una patria…