En el ámbito religioso desde hace muchísimo tiempo se anuncia la segunda venida de Jesús a la Tierra. Reina una gran emoción en torno a tan esperado suceso.
Incluso ya se han elaborado vallas y letreros de diversos tamaños anunciando ese segundo advenimiento; pero, forzosamente, surgen diversidad de interrogantes: ¿Cómo reconocerán los feligreses, con seguridad, al supuesto Mesías si es que vuelve? ¿De qué manera sabrán que no es un impostor revestido de falsas cualidades? ¿Cómo lo distinguirán de aquellos que andan por ahí autocalificándose de “mesías”?
Si en aquellos tiempos no lo reconocieron como el Salvador y el Enviado de Dios, ¿Cómo lo identificarán ahora? Si Jesús llegara mañana, ¿a cuál de todas esas religiones y sectas que proliferan por doquier elegiría como “la verdadera”? ¿A los católicos? ¿a los adventistas? ¿a los mormones? ¿a los budistas? etc. ¿En cuál de todas esas congregaciones depositaría el recién llegado su confianza? Y lo que es peor, ¿cómo se sentirán los demás feligreses al ser “excluidos” por ese supuesto mesías? ¿Alegarán que ese no es el mesías auténtico porque no reconoció su religión? ¿Le crucificarían otra vez y lo tacharían de farsante?
